El sábado 7 de abril, en la Parroquia San Juan Bosco de San Miguel de Tucumán, el Hermano Javier Abregú realizó su Profesión perpetua. La celebración fue presidida por el P. Gabriel Romero, Inspector de ARN.
«Estoy muy agradecido por al acompañamiento de tantas personas que han pasado por mi vida.
Siempre dije que nuestro corazón está lleno de rostros de personas con nombres concretos. Además de Dios, esas personas son las que nos sostienen en nuestra vocación. Personas que no solo pasan, sino que dejan huellas que nos van acompañando y guiando en este camino.»
Este fue el testimonio de Javier, que hace solamente unos días tomó para su vida la vocación del Beato Artémides Zatti: ser hermano coadjutor. Sobre la etapa de preparación, dijo:
«La frase que podría resumir mis sentimientos durante el proceso previo a mi profesión perpetua es ‘desbordante de gozo’. Estos son momentos decisivos, de una opción radical que uno hace para toda la vida».
El hermano Javier explicó que la profesión perpetua es un momento fundante en su vida. «Un lugar de encuentro con Jesús más de cerca, donde uno puede volver para tomar fuerzas y seguir adelante cuando vive alguna dificultad o crisis».
«En la vida de todos hay momentos muy felices y otros difíciles. Y estos momentos, que yo llamo fundantes, son esos lugares donde uno tuvo ese encuentro personal con Jesús y puede regresar a ellos para tomar impulso».
La frase que guiará la vida consagrada del Hno. Javier Abregú
De cara al futuro, el hermano Javier se propone «vivir lo mejor posible, con la mayor entrega. Tratar de ser un salesiano entregado 100% a la misión, especialmente con los jóvenes que más lo necesitan. Y hacerlo con alegría, con un corazón predispuesto, un corazón que pueda amar como Dios ama, vivir la pobreza como lucha por la dignidad y los derechos de los más necesitados. Vivir también la obediencia como diálogo entre los hermanos, crear fraternidad y como dije antes, acompañados por las personas con las que nos toque trabajar en las comunidades que hay que servir».