“Te voy a dar la Maestra que te enseñará esa sabiduría sin la cual todo otro estudio será una tontería.”

Se juntan en setiembre en nuestras comunidades educativas salesianas muchas celebraciones que hacen a nuestro quehacer cotidiano en la escuela: Maestras y Maestros, Profesoras y Profesores, Preceptoras y Preceptores, Bibliotecarias y Bibliotecarios, Psicopedagogas y Psicopedagogos. Una multitud de educadores que, siguiendo las huellas de Don Bosco, se entregan con pasión a la misión de educar a nuestros hermanos más jóvenes.

El sueño de Juanito a los 9 años queda “profundamente grabado en su mente para toda la vida” y puede alentar nuestro camino de educado-res anotándonos en la escuela de María, su Maestra y la nuestra.

María nos enseña que nuestra vocación de educadores supone dedica-ción, entrega y la ofrenda de nuestras propias personas y, que en este darnos, experimentamos la alegría profunda que nace de nuestra donación. Recordemos a la Virgen que después de haber recibido la noticia de que será la madre de Jesús, parte sin demora a socorrer y servir a Isabel. Esta es la disponibilidad que nos enseña “la Maestra”, disponibilidad total para servir a nuestros chicas y chicos en su crecimiento humano y espiritual.

Y, si por allí aparece el desconcierto, la incomprensión o el agobio; Ella, la Maestra, nos pondrá la mano sobre la cabeza para darnos ánimo, para auxiliarnos, para continuar enseñándonos la sabiduría de la entrega, la misma entrega de su Hijo: “que no vino a ser servido sino a servir”, para “hacerlo todo” como lo hizo en la vida de nuestro Padre.

¡Gracias queridos educadores! Que María, la Maestra, les siga descu-briendo todos los días la fuerza y la alegría de la entrega.

Por: P. Claudio González