Margarita es el regalo de Don Bosco a tantos jóvenes solos y marginados. Ella hace vida el «nadie es huérfano en esta tierra», convirtiéndose en mamá de todos.

Celebramos una vida entregada, una figura ejemplar. Margarita es madre de Don Bosco y madre de todos.  Aquí van algunas pistas, virtudes que van decorando su corazón de madre y que hoy podemos imitar.

1. Fortaleza y optimismo

A lo largo de su vida, Margarita enfrentó muchas dificultades. Era hija de campesinos, tenía 9 hermanos y desde pequeña debió trabajar para ayudar a su familia. No tuvo la oportunidad de estudiar. Se casó en 1812 pero enviudó en 1817, quedando a cargo de tres niños y una anciana de salud frágil. Sufrió la violencia de Antonio (el hermano mayor de Don Bosco) y la partida de Juan cuando éste era solo un niño. 

Enfrentó cada una de las adversidades con responsabilidad y mucho amor, sonriendo y con la confianza puesta en Dios.

2. Fe inquebrantable

Así la definen numerosas biografías escritas sobre su persona, pero ¿qué quiere decir esto? 

Margarita cultivó la fe en Jesús y María. Con la sencillez que la caracterizaba, enseñó a sus hijos a ver a Dios en todo, a comprender que Él está cerca y mira sus hijos con amor. Le repetía a Juanito: «Dios te ve», de manera que cada acto debía ser digno de la presencia de Dios. También le rezaba a la Virgen tres veces al día y santificaba sus tareas diarias. En épocas de escasez, se encomendaba a la Providencia con total confianza.

3. Responsabilidad y trabajo

De ella es que Don Bosco aprenderá a «hacer bien lo que tenemos que hacer». Lejos de esquivar responsabilidades, Mamá Margarita fue una mujer que se hizo cargo. Así se desarrolló su familia (aún sin la figura paterna, que era casi imprescindible) y creció su protagonismo en el oratorio, ocupándose de los chicos, de la huerta y la cocina.

4. Vínculos de familia

Margarita era mamá de todos, no de algunos sí y otros no. Jamás hizo distinción alguna entre su familia «de sangre» y «el resto». Cuando se ocupó de su suegra, anciana y enferma, puso el mismo amor que si se tratase de su propia madre. Lo mismo con Antonio, hijo del primer matrimonio de Francisco Bosco, a quien se encargaba de recordarle constantemente que lo quería como a un hijo. 

Ese corazón abierto llegó a Valdocco en 1846 y permaneció allí los últimos diez años de su vida. Hizo del oratorio una familia.

5. Entrega total

Ponerse al servicio de los demás. La enseñanza de Jesús, ella la cumplió al pie de la letra. El servicio es disponibilidad, ayuda, apoyo, escucha, consejos, un «qué necesitás». En el oratorio, fue la primera colaboradora laica. Por eso también la recordamos en la figura de los Salesianos Cooperadores, quienes ponen a disposición sus dones y su capacidad para acompañar, reencarnando la santidad de Mamá Margarita.