Los salesianos nunca descansan. Y aún en el verano su agenda está llena de actividades, de chicos y experiencias.
Pero también de iniciativas fraternas que podemos llamar “de altura”. Así es como salesianos de distintas edades y comunidades, se pusieron a escalar.
Un grupo llegó en enero hasta la cima del Champaquí (2790 msnm). Otro, en febrero, anduvo por el Cordón del Plata, en pleno macizo cordillerano. Llegando a cerros como el “Adolfo Calle” (4310 msnm).
Sin duda alguna, una experiencia muy particular de esfuerzo físico, aeróbico, y una inolvidable vivencia de fraternidad.
Y así como hacer cumbre tiene su encanto, de a poco luego se va descendiendo: a algunos le espera la pastoral más plena, a otros el estudio. Y en todos late un corazón como el de Don Bosco, corazón en el que hasta el último latido quiere ser por los jóvenes.

Colaboró: A. Jorrat, L. Cánepa