La Semana Santa es el tiempo más intenso e importante del calendario litúrgico, ya que en el transcurso de la misma recordamos y acompañamos a Jesucristo en los últimos momentos de su vida, en su Pasión, muerte y Resurrección.

La muerte en la cruz y la Resurrección es lo que los católicos llamamos Pascua, que significa “paso”; y es posible hacer un paralelismo entre Jesús – que pasó de la muerte a la Vida eterna- y nosostros -llamados a pasar de la muerte del pecado a la vida de la Gracia de Dios-. Este es el mayor gesto de amor en la historia, por eso es la fiesta más importante para los creyentes.

La Semana Santa llega luego de un largo tiempo de preparación en el que se nos invita a la actitud de recogimiento y penitencia, de caridad y conversión: la Cuaresma, que inicia el Miércoles de Ceniza y culmina el Domingo de Ramos.

Domingo de Ramos

Este día recordamos la entrada victoriosa de Jesucristo a la ciudad de Jerusalén. Todo el pueblo sale a su encuentro y lo aclama como a un rey, tras escuchar los testimonios de aquellos que habían sido sanados por el Señor. Es la misma gente que, unos días después, pedirá su condena.

El Domingo de Ramos, como todos los domingos, estamos invitados a participar de la celebración de la Santa Misa de forma especial. Se inicia con la “Liturgia de las palmas” (generalmente afuera del templo) que incluye la lectura del Evangelio referido a la fecha, una breve homilía, la bendición de los ramos que llevan los fieles, y una procesión hacia el interior de la iglesia.

La Liturgia de la Palabra continúa con normalidad. En el momento de la lectura del Evangelio, se proclama la Pasión de Jesús. El resto de la celebración no tiene mayores cambios.

¿Por qué palmas?

Las hojas de palmera ya eran usadas por los romanos como símbolo de victoria. Además, la gente recibió a Jesús con ramos de olivo, un árbol muy común en la región.

 

 

Lunes, Martes y Miércoles Santo

Creemos que, como afirma la Biblia, en estos días Jesús “enseñaba en el templo, y por la noche se retiraba al monte llamado de los Olivos.Y todo el pueblo madrugaba para ir al templo a escucharlo” ( Lc 21,37-38).

Respondió a las preguntas de muchos fariseos y escribas, mientras que “los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de eliminarlo… Judas, que era uno de los Doce.. fue a tratar con los sumos sacerdotes y los jefes de la guardia sobre el modo de entregárselo. Ellos se alegraron y convinieron en darle dinero. Judas aceptó y buscaba una ocasión propicia para entregarlo sin que se enterara el pueblo”( Lc 22, 2-6).

Si bien no ocurre algo tan significativo como en los días posteriores, estas fechas pueden destinarse a participar de misa, realizar el Vía Crucis y una sincera Confesión Pascual (la que dicta la Iglesia en su tercer precepto: “Confesarse y comulgar, al menos, una vez al año para Pascuas de Resurrección o en peligro de muerte”).

Jueves Santo

Conocido como el día de la última cena, celebramos la institución del sacerdocio, la Eucaristía y el Mandamiento del Amor. Durante la noche del Jueves Santo, Jesús se retira a orar al Monte de los Olivos, donde será entregado por Judas Iscariote y apresado.

La Eucaristía con que se da inicio al Triduo Pascual es la «Missa in Coena Domini» (Misa de la Cena del Señor), cuya particularidad es el lavatorio de los pies que el sacerdote realiza a algunos fieles, en memoria de lo que hizo el mismo Jesucristo.

Al concluir la celebración, se desnuda el altar y se realizan vigilias de adoración al Santísimo Sacramento.

Por la noche también se suele hacer un recorrido en forma de procesión, por algunas Iglesias, así como Jesús debió pasar por varios lugares para ser juzgado y sentenciado a muerte.

 

Lavar los pies significa ponerse en el lugar de un servidor, ya que así lo establecía la tradición judía. Cuando llegaban visitas a una casa, los empleados debían lavar y curar los pies de quienes habían caminado kilómetros descalzos o -en el mejor de los casos- con sandalias para llegar allí.

 

 

Viernes Santo

Este es el día de la Pasión y muerte de Cristo. Luego de un largo camino con la cruz a cuestas, una corona de espinas en la cabeza, sangre y marcas de golpes, latigazos y caídas por todo el cuerpo, ropa y piel arrancadas brutalmente, clavos en manos y pies, nuestro Salvador muere prácticamente solo, destrozado de tanta crueldad. Es un día marcado por el silencio y el recogimiento.

El Viernes Santo de constituye en la única fecha del calendario litúrgico en que no se celebra misa, es decir, no se produce la Transubstanciación del pan y vino en Cuerpo y Sangre. Por recordar la muerte de Jesucristo, se proclaman las lecturas del día, se relee la Pasión, se ora por el mundo entero, se comulga y se realiza una adoración a la Cruz. Todos los católicos somos invitados especialmente en este día al ayuno y la abstinencia, al rezo del Vía Crucis y a la oración profunda.

Sábado de Gloria

El Sábado Santo se conoce con este nombre por el acontecimiento que tiene lugar durante la noche: la Resurrección. Mientras aguardamos la misa de la Vigilia Pascual, recordamos que este fue el día en el que el cuerpo de Cristo yacía en el sepulcro, sellado por una enorme piedra. Se mantiene, por eso, el clima de silencio, ayuno y espera.

Durante la noche tiene lugar la misa más importante del año, cuya estructura se compone de:

Liturgia del Fuego: En las afueras del templo (que permanece a oscuras) se bendice el Cirio Pascual que representa la luz de la Resurrección, colocándole todos los los signos que corresponden. La cruz, que es el camino que debemos tomar para llegar al Padre; el número del año civil, que indica que Dios es el Amo y Señor de nuestro tiempo y de toda la eternidad; las letras griegas Alfa y Omega (Jesucristo, principio y fin de todas las cosas); granos de incienso en los lugares de las llagas; y, por último, la llama encendida con el fuego bendecido. El momento culmina con una procesión al interior del templo.

Pregón Pascual: Se dice o entona uno de los himnos más antiguos de la tradición católica, en el que se resume todo lo que sucede en la noche en que “el Cielo y la Tierra se unen”.

Liturgia de la Palabra: Incluye, en su versión original, 7 lecturas del Antiguo Testamento con sus respectivos salmos (que pueden ser reducidas a 5 o 3, según las necesidades pastorales), el canto del Gloria, la lectura de la epístola según San Pablo, y del Evangelio, con su homilía.

Liturgia Bautismal: Con la renovación de las promesas bautismales se hace una bendición del agua y se invoca a los santos con letanías.

Liturgia Eucarística: Por último, la misa continúa como es habitual, pero con la alegría de saber que se inaugura un nuevo tiempo de Gracia.  

 

Domingo de Resurrección

Como ya dijimos, es la fiesta por excelencia. Celebramos que el Hijo de Dios nos amó tanto que dio la vida por nosotros. Abrimos de esta manera, la llamada Octava de Pascua, que da inicio al Tiempo Pascual hasta la fiesta de Pentecostés.