Este domingo 1º de junio, previo a Pentecostés, en la Solemnidad de la Ascensión del Señor, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Como Equipo Inspectorial de Comunicación Social nos hacemos eco del mensaje del Papa Francisco: “Compartan con mansedumbre la esperanza que hay en sus corazones” (cf. 1 P 3,15-16)

El bien común y la solidaridad como horizonte compartido van cediendo ante el avance del individualismo. La forma en la que nos comunicamos no queda ajena a esta dinámica. Atento a los signos de los tiempos, el Papa Francisco, para la 59ª Jornada expresó e invitó a periodistas, comunicadores y a todos aquellos que tienen la misión de comunicar a ser comunicadores de esperanza. Un llamado urgente en un contexto marcado por la sobre información, noticias falsas y una comunicación agresiva.

Las palabras del Papa Francisco nos alertaron sobre una lógica peligrosa en nuestras formas de comunicar: aquella en la que el otro es visto como enemigo, como obstáculo en mi camino personal hacia el éxito. En las redes sociales, esto se traduce en acoso, difamación y polarización. Frente a esta realidad, la comunicación debe proponer otra lógica: la del encuentro, el cuidado y la comunidad.

En un mundo que nos empuja a caminar solos, a buscar nuestra propia salvación desconectados de los demás, debemos reconocer al otro como prójimo, como hijo e hija de Dios. Si nos comunicamos desde esta certeza nuestros gestos y palabras van a sanar, incluir y construir puentes.

Para la Familia Salesiana la mansedumbre nos lleva al sueño de Don Bosco. Él escuchó a María y eligió el camino del “no con golpes”. Hoy también nosotros queremos seguir esa invitación: no solo al decir que el otro se sienta amado, sino realmente amarlo. Solo desde una experiencia auténtica de amor al otro podemos comunicar esperanza. Y es precisamente en ese amor compartido donde dejamos atrás el individualismo. Acompañar a otros es renunciar a ser el centro, salir de nuestro yo para pensarnos como comunidad. Francisco lo dice con claridad en sus mensajes: «La esperanza es siempre un proyecto comunitario».

El desafío de nuestra vocación como comunicadores es unir, congregar, hacer comunidad, para que nuestras palabras y acciones sean fuente de esperanza en la vida de las personas. Frente a una cultura que promueve salvaciones individuales, la comunicación debe recordarnos que nadie “se salva solo”, que somos Pueblo que peregrina juntos.

En esta Jornada Mundial de la Comunicación Social le pedimos a Don Bosco, que fue un gran comunicador de la alegría del Evangelio, que interceda por nosotros para que, en cada palabra, en cada gesto, seamos verdaderos comunicadores de esperanza y nos impulse a leer, reflexionar, escribir, publicar con los medios que tenemos la propuesta del Evangelio y nuestra vida de fe.

Que la paz del Resucitado habite en nuestros mensajes y se multiplique en cada comunidad que camina anunciando el Evangelio.