La experiencia de la cruz de Jesús nos presenta el dolor y la muerte como consecuencia de su práctica y su modo de vida que molestaba a varios. Nos invita a la reflexión y aunque está cargada de sentido, en general suele contemplarse desde el silencio, desde la “no Palabra”. Es el silenciamiento y el abajamiento más grande que puede hacer Dios, la misma muerte del Hijo de Dios, difícil de comprender y asumirlo amigablemente.

En el acontecimiento de la Cruz, Jesús pronunció siete frases que nos pueden acompañar en estos días de camino cuaresmal a hacer que nuestra vida valga la pena y tenga más sentido.  

4. «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt. 27,46)

La hora de la muerte podemos atravesarla acompañados o no. Puede estar asistida por gestos llenos de cariño, de arrepentimiento y perdón, pero llega un momento en que tendremos que quedarnos solos ante el acontecimiento.

Benedicto XIV, allá por el 2011, nos decía que en boca de Jesús, este “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” expresa “toda la desolación del Hijo de Dios, que está afrontando el drama de la muerte, una realidad totalmente contrapuesta al Señor de la Vida… Abandonado por casi todos los suyos, traicionado y renegado por los discípulos, rodeado por los que le insultan, Jesús está bajo el peso aplastante de una misión que debe pasar por la humillación y el aniquilamiento. Por esto grita al Padre y su sufrimiento asume las palabras dolientes del Salmo 22”.

No es una frase más, es el grito desgarrador de la historia: el Dios de la Vida y la amistad se siente angustiosamente solo y abandonado experimentando en carne propia la injusticia.

También nosotros vivimos a veces momentos de dolor, de angustia y de soledad. Sufrimos cuando nos sentimos abandonados y no se nos escucha, especialmente si esa sordera y su aparente indiferencia viene de Dios… La enfermedad de alguien muy cercano, las injusticias cometidas en ámbitos laborales y de poder, un accidente que ocasiona la muerte de alguien querido, etc. En esos momentos puede parecernos que Dios no presta atención a lo que le pedimos, no encontramos su bondad, su misericordia, su justicia… Pesa demasiado lo que me está pasando y no lo siento presente.

Para mirarte y mirarnos…

  • Con estas palabras Jesús cierra voluntaria y conscientemente lo que estaba entregando en la Cruz. Así solas, tienen bastante cara de misión fracasada… ¿Porque será que algunos piensan que la Cruz es una maldición y otros pensamos que es bendición? ¿Qué es para vos?
  • Alguna vez… ¿te enojas con Dios?, ¿le haces tus reclamos y discutís con Él? ¿Cómo te va en esa pelea? Suele quedar alguna marca de esas peleas con Dios, como le pasó a Jacob en Peniel (Gn 32,22-32). ¿Cuáles son las tuyas?
  • ¿Qué palabras usas cuando hablas con Dios? ¿Cómo le pedís tus cosas? ¿qué cosas crees importante pedirle?
  • ¿Sentís que Dios te escucha? ¿Y cuándo lo que pedís no se da en “tus” tiempos?

Por: P. Javier Bonechi SDB