Formosa, 13 de agosto 2023.

Queridos Hermanos y miembros de la familia Salesiana:

Quizás ya se han enterado del pedido que me hizo el Papa. Les comparto mis sentimientos, porque ustedes han sido, son y serán muy importantes en este camino de respuesta al Señor.

En la siesta del lunes 31 de Julio estaba en el presencial del proyecto de acompañamiento, recibí el llamado del Sr. Nuncio Apostólico que me comunicaba el pedido del Papa Francisco. Les confieso que me quedé mudo y no podía emitir palabra; cuando pude reaccionar, le pedí unos días para rezarlo, pensarlo y poder hablar con mi acompañante espiritual. Después que colgué el teléfono, estaba mareado, me incorporé y me fui a la iglesia y me postré delante del sagrario. Estuve largo rato, le pedía a Jesús que me dijera qué quería de mi. Sentía que era “todo impedimento”, diría San Ignacio de Loyola. Salí de la iglesia y le hablé a mi acompañante espiritual, quedamos en vernos al otro día. Después trataba de disimular hacia afuera, pero sentía el terremoto en el corazón, lo que tenía que dejar, sentir mi grande fragilidad, y confiar en lo que Dios me pedía. Esa noche, no pude dormir y estuve toda la noche rezando en la iglesia, y eso me fue dando paz. A la mañana recé con todos los participantes y me parecía que cada Palabra de Dios era para mí. Más tarde fui a encontrarme con mi acompañante, pude decir todo lo que sentía; decirle que seguro muchos sacerdotes con muchas cualidades podían estar en ese lugar y prestar ese servicio mucho mejor, el dolor de dejar la comunidad religiosa en el carisma salesiano, dejar lo único que más o menos sé hacer, es estar y acompañar en medio de los jóvenes. Estaba delante de quién me conoce profundamente desde hace más de 15 años, conoce todas mis miserias, los movimientos del corazón, en fin, me hizo mucho bien ese espacio, después me dijo: seguí rezando y delante de Jesús, y sólo por Él, dar una respuesta con muchísima libertad. Pude continuar en oración, y fue entrando en mi corazón una gran paz, una paz que me sorprendía, una paz especial que perdura y me sostiene hasta hoy; y pido a Dios nunca se vaya. Luego me comuniqué con el Sr. Nuncio y le dije que conciente de mis miserias, confiando en la gran misericordia de Dios aceptaba en la fe el pedido del Papa Francisco.

Lo que soy es gracias a mi familia y a la Congregación, a la Familia Salesiana, a tantos hermanos y hermanas,  jóvenes que pasaron en mi vida, muchos, muchos en estos 32 años de vida religiosa salesiana. Eso es lo que llevo y puedo ofrecer a la Iglesia. Como hijo de Don Bosco, siento que decirle sí al Papa es también fidelidad. Si bien estaré todavía un tiempo entre ustedes, quiero decirles gracias, pedir perdón por mis límites y que los voy a extrañar.

Mi lema sacerdotal es del profeta Ezequiel 36,26 “Les daré un corazón nuevo…”. Siento que el Señor me pide agrandar el corazón, por favor recen por mí.

Gracias por tantos mensajes, muestras de cariño que me hacen sentir acompañado.

Un fuerte abrazo y hasta vernos, hasta siempre. Trataré de pasar a saludar en alguno de los encuentros próximos y ciertamente que en la medida que puedan, los espero en la Ordenación que pronto sabremos la fecha.

Que la Auxiliadora y Don Bosco nos sigan ayudando. Los bendigo de corazón

Ale