El «Sanjo» abrió sus puertas y puso a disposición sus recursos, su tecnología, su saber y hasta su gente para solidarizarse con las personas más afectadas por la situación de  emergencia  actual.

 

Ante un escenario no previsto, la Casa Salesiana San José, sita en la Ciudad de Rosario de  Santa Fe, debió buscar nuevas maneras de ir al encuentro de quienes más lo necesitan, convirtiéndose así en una de las tantas obras salesianas que en el Norte argentino y en todo el mundo están llevando a la práctica el mandamiento del amor presente en el Evangelio.

 

 

La primera acción fue ejemplo de prevención. Los educadores de física, química y biología advirtieron sobre la necesidad de mantener una higiene impecable en todo el colegio. Así fue como personal docente y no docente se abocó a la tarea de fabricar más de 40 kilos de alcohol en gel, los que fueron puestos a disposición de las más de dos mil personas que, en aquel momento, circulaban aún por las instalaciones. Esta iniciativa fue acompañada de cartelería y charlas informativas.

 

 

El 16 de marzo el Gobierno nacional suspendió las clases en todos los niveles y tres días más tarde dispuso el aislamiento social obligatorio, lo cual obligó a modificar las vías de contacto no solamente con los alumnos, sino también con las familias, los grupos parroquiales y juveniles y la población rosarina en general.

En su carta mensual a las familias, enviada el 28 de marzo, el P. Director Ángel Amaya agradeció las posibilidades de seguir conectados a través de los medios digitales:

«Esta vez nos encontramos en una situación de verdad diferente. Por eso escribo, como siempre, pero esta vez recurro a la tecnología para que llegue este mensaje.»

La paciencia, el esfuerzo, el humor, la comprensión y la obediencia fueron valores resaltados por el P. Ángel, quien aseguró que nadie estaba preparado para esto y que «cuando llegue el ansiado día del reencuentro, habrá tiempo para subsanar, corregir y remediar lo que no hayamos podido lograr».
En el «mientras tanto» -dijo- «no hay que desesperarse».

 

Además, aprovechó el texto para compartir los aportes que se están realizando desde esta Casa salesiana a familias, organizaciones y sociedad en general.

En primer lugar, el colegio aloja a 17 voluntarios (jóvenes del MJS, de la comunidad Padre Misericordioso y colaboradores de la Parroquia María Auxiliadora) que cumplen el aislamiento preventivo obligatorio allí mismo y que diariamente se encargan de preparar bolsones y cocinar 500 viandas. Las mismas se entregan a parroquias y organizaciones sociales y se reparten a personas en situación de calle.

 

 

 

Asimismo, un equipo de docentes comenzó a fabricar protectores faciales con las impresoras 3D de la escuela. Actúan como escudos, protegen ojos, nariz y boca y se ponen a disposición de la Secretaría de Salud de la Municipalidad de Rosario, donde son distribuidos a trabajadores de la salud.

 

 

Las clases tienen continuidad en forma virtual, se establece una comunicación fluida con las familias y los jóvenes que no están realizando el voluntariado, aseguran el mantenimiento de la vida comunitaria de los grupos juveniles, promoviendo espacios de oración y encuentro virtual y adhiriendo a las distintas convocatorias inspectoriales.

 

Cada una de las propuestas se hace posible gracias al trabajo en red con el gobierno provincial y municipal, Cáritas Rosario, el Banco de alimentos de la ciudad y otras organizaciones y colaboradores que generosamente brindan su aporte.