«Sólo el Amor consigue encender lo muerto». Don Orione lo sabía bien. Por eso no se cansaba de divulgar, por todas partes, que el Amor es fuerza salvadora para el mundo.

El recuerdo de San Luis Orione

El 16 de mayo recordamos a San Luis Orione, santo italiano, alumno de San Juan Bosco, fundador de la Congregación religiosa «Pequeña Obra de la Divina Providencia». Un hombre al que el amor lo movilizó a buscar la inclusión y el bien para todas las personas.

La Obra de Don Orione es cautivante y llena de desafíos. La valentía en la entrega cotidiana es un signo del cariño Dios.

Se viene gestando a partir de ese joven que conoció a Don Bosco en el Oratorio de Valdocco. La figura de Don Bosco fue muy significativa para Luis Orione, e influyó en él y su obra de una manera decisiva.

Así lo recordaba, unos años de su muerte: “Un día, mejor dicho, una tarde, fui a confesarme con Don Bosco; ahora no recuerdo más, pero me parece poder decir que aquella fue la última vez que me confesó. Había apenas empezado el tercer año del secundario: yo era el más joven de los penitentes de Don Bosco…

Después de haberme confesado me dijo estas textuales palabras: ‘¡Nosotros seremos siempre amigos!’ Cuantas veces me encontré en dificultades y en tantas peripecias, y siempre me sentí animado y confortado por estas palabras que quedaron grabadas en mi corazón: ¡nosotros seremos siempre amigos!”.

«Ver y sentir a Cristo en la gente»

Don Orione nació en 1872, en Pontecurone, pequeño pueblo en el norte de Italia (diócesis de Tortona). Murió en San Remo (Italia), en 1940, a los 67 años. Fue canonizado por el Papa San Juan Pablo II, el 16 de mayo de 2004. Sus padres, Victorio y Carolina, tuvieron 4 hijos, de los cuales Luis era el menor.

Luis Orione supo descubrir a Jesús en el más pobre y desamparado. “Ver y sentir a Cristo en el hombre”, esa fue su mirada y sentimiento más profundo; y su opción de vida: ser “un corazón grande y generoso capaz de llegar a todos los dolores y a todas las lágrimas”.

A fin de realizar esta misión tan evangélica y testimonial, fundó la Pequeña Obra de la Divina Providencia, para que Religiosos y Laicos, unidos en un mismo camino, marcharan a la cabeza de los tiempos, en pos de transformar el mundo hacia una sociedad más humana.

Hoy, la Familia Orionita, frente a los desafíos de este tiempo, y convencida que “sólo la Caridad salvará al mundo”, pone su mayor esfuerzo en hacer de cada una de sus comunidades y obras, auténticos “faros de civilización” en medio del pueblo; sobre todo, entre los más pobres, en quienes resplandece la imagen de Dios.

Así, cada sacerdote, religiosa, médico, educador, joven voluntario, cada persona con discapacidad, niño, trabajador o amigo de la Obra –todos y cada uno– son la expresión viva y comunitaria de este carisma que el Señor confió a Don Orione, para ir a los últimos en nombre de la Iglesia.

La Pequeña Obra de la Divina Providencia fue fundada en Italia, en 1892. Don Luis Orione. visitó en 1921 a la Argentina para difundir su obra caritativa en favor de los más necesitados. Veinticinco años después de su muerte, su cuerpo fue encontrado incorrupto. Su corazón fue traído a Argentina por primera vez en 1984, cuando recorrió todo el país. Más tarde, en 2000, regresó para quedar definitivamente en el santuario del Cottolengo ubicado en la localidad de Claypole, cerca de Buenos Aires.»

Buenos samaritanos

A mediados del mes de abril, nos llegó una noticia sorprendente: habían inaugurado en el Cottolengo de Clyapole una Unidad de Cuidados Intensivos bajo la tutela de Artémides Zatti. El aniversario de la ordenación sacerdotal de Luis Orione y el anuncio de la pronta canonización de Artémides Zatti motivaron la decisión.

Dos hombres comprometidos con la vida, dos salesianos contemporáneos que hicieron carne, abrazo, gesto concreto la parábola del buen samaritano, pronunciada hace dos mil años por el mismo Dios hecho persona.

Hno. José Sobrero SDB