[vc_row][vc_column][vc_column_text]La promoción del Don Bosco en Santa Fe organiza una olla solidaria para compartir con más de 200 hermanos.[/vc_column_text][vc_column_text]

Como es habitual, las grandes ideas surgen de lo pequeño. Ante el cierre de establecimientos educativos, el colegio propuso seguir en contacto, pero los estudiantes redoblaron la apuesta y hoy se encaminan hacia un proyecto que ninguno imaginaba.

 

Los egresados 2020 constituyen un grupo muy especial; muchos no tendrán el año que soñaban, pero cada vez hay más ejemplos de superación, unión e incluso preocupación por los demás de parte del alumnado del último año. Los chicos del Don Bosco de Santa Fe no se quedaron de brazos cruzados, sino que los extendieron generosamente para recibir, abrazar, integrar y compartir.

 

 

Cuando se dispuso la suspensión de clases por marzo del presente año, la preceptora de 5to año, Victoria Cantero, le planteó a una alumna crear un Instagram para sostener la comunicación entre los estudiantes y el centro educativo. La propuesta se envió por whatsapp y fue aceptada por 8 jóvenes que tomaron la responsabilidad.

 

«El objetivo principal fue que mediante esta red social, tan utilizada por los jóvenes, se fortaleciera el vínculo entre los estudiantes del nivel secundario y el Colegio», explica Leticia, la primera en aceptar el desafío.

 

«Las propuestas podrían ser de diversa índole; entretenimiento, información, entrevistas, juegos, sorteos y que tuvieran que ver con las personas de la Comunidad Educativa Salesiana.»

 

Milagros Belletti, Francisco Zeller, Stefanía Cisar, Abril Rodaro, Matías Méndez, Karen Fogel y Leticia Deud Opryska asumieron estas tareas y además pensaron en «darle a esta iniciativa también un fin solidario», cuentan.

 

Con mente y corazón dispuestos a colaborar con todos aquellos que presenten carencias durante esta época de frío, presentaron la idea al P. José Lara (Fuyi) y al P. director, Adrián Botta, quienes apoyaron e incluso se comprometieron a proveer el espacio físico (el mismo colegio) y los elementos que fuesen necesarios. Entonces comenzó la lluvia de ideas, de las cuales la olla solidaria fue la primera; la consideraron demasiado ambiciosa y quisieron comenzar con «algo más sencillo»: una colecta de abrigo.

 

Leticia asegura que al principio no tenían demasiada confianza, «pero pasando los días fue un éxito, logramos juntar muchísimas prendas de abrigo, calzados y mantas».

El trabajo fue segmentado en etapas, primero la recolección y almacenamiento, luego la limpieza y el arreglo de las prendas más descuidadas, donde implicaron a los miembros de cada una de sus familias. Finalmente, varios días de clasificación, según los tipos de prenda y los talles. Los bolsos fueron armados en el Colegio Don Bosco y se distribuyeron entre las capillas Domingo Savio y San José.

 

«Esta etapa nos dejó tan contentos y gratificados que emprendimos el próximo desafío, más difícil y donde vamos a necesitar ayuda de algún adulto: la olla solidaria».

Leticia comenta que para llevar a cabo esta nueva instancia, era necesaria una colaboración mayor, por eso se dirigieron nuevamente al Padre Fuyi y abrieron la invitación a todos los chicos de la promoción. Se sumaron 17 jóvenes a la nueva convocatoria y de esta manera emprendieron el proyecto de la olla solidaria.

 

«Depende de la cantidad de donaciones se sostendrá la entrega de un plato caliente los cuatro sábados del mes -dice Leti-. Los dos menúes que realizaremos serán guiso de arroz y de fideos.»

 

La colecta comenzó y colaboraron muchas personas cercanas a la parroquia Don Bosco, como así también gente no vinculada a la obra. El Colegio Don Bosco se destinó como lugar de acopio y recuento de alimentos, conjuntamente con las capillas Domingo Savio y San José se fijaron los días y en esta última fueron anotando a quienes iban a compartir la olla para tener un cálculo de las porciones necesarias.

 

Para el primer sábado de julio calculan unos 230 platos.

 

Sobre las expectativas que tienen a un día de la primera olla popular, Leti celebra:

«Fueron tantos los kilos de arroz y fideos conseguidos, que con los chicos del grupo soñamos poder realizar la olla también en agosto, esperando que este mes nos vaya como soñamos.

 

Creemos que esta iniciativa es de mucha importancia y dejará una huella en nuestras vidas. Porque en la misma medida que estamos ayudando a las personas de las capillas San José y Domingo Savio, nos enriquecemos nosotros mismos poniendo en práctica valores como la solidaridad, generosidad, humildad, amistad aliviando así esta triste situación en tiempos de pandemia».

 

Y aquí estamos, nuevamente, presenciando el milagro. Viendo en primera persona como, de dos pescados y cinco panes, de la contribución generosa de cada joven, Cristo multiplica y comparte.

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