La Iglesia celebra la fiesta litúrgica de los mártires riojanos este 17 de julio y desde Don Bosco Norte compartimos una carta que puede aportar claves para la reflexión en su memoria.

Monseñor Angelelli y sus compañeros mártires vivieron en clave de Evangelio. Oyeron el clamor de Dios en la realidad de los derechos vulnerados, del hambre, la falta de educación y la violencia. El Hermano Juan Pablo Tobanelli SDB se dirige a ellos en una carta que puede ayudarnos a repensar incluso nuestro propio camino, a nivel personal y comunitario.

Queridos Wenceslao Pedernera, P. Carlos de Dios Murías, Gabriel Longeville y Monseñor Enrique Angelelli:

1. Presentación

Con el debido respeto que me inspira cada uno de Uds., junto a mi deseo por conocerlos más, es que entablo esta correspondencia. Y quiero acercar a este encuentro fraternal a otro mártir latinoamericano: Monseñor Oscar Romero.

Al leer algunas homilías de Monseñor Romero e interiorizarme de su tiempo y contexto, me vino a la mente lo que Uds., mártires riojanos, vivieron en aquella tierra que tanto amaban. Por el año 2011 tuve la bendición de conocer El Salvador, tierra de Monseñor Romero: el Museo de la UCA, la Capilla del Hospitalito donde fue asesinado, y finalmente la Catedral y su Cripta, donde se encuentra la tumba de Monseñor. Yendo a lo profundo de la memoria afectiva, recuerdo el momento de oración en silencio que tuve frente a este último lugar.  Años más tarde experimentaba los mismos sentimientos al rezar delante de la tumba de Monseñor Enrique Angelelli en la Catedral de La Rioja, Argentina. Creo encontrar entre ambos, con el permiso de los estudiosos, ciertos paralelismos y encuentros: la pasión por el Reino de Dios, las denuncias de las injusticias de los poderosos, el acompañamiento al pueblo “fiel y paciente” de Dios –como gusta llamar el Papa Francisco-, el “ver-juzgar-actuar” como corazón pastoral sentiente e inteligente que tiene “un oído en el pueblo y el otro oído en Dios”, las calumnias y persecuciones, y finalmente el mismo destino, “cabalito” -como dicen en El Salvador- al de Jesús: la Cruz. 

2. Líneas de nuestro presente: “la semilla germina y va creciendo” (Mc. 4, 26-29).

a. Una mirada al presente de cómo está la situación social.

En primer lugar, permítanme decirles que me cuestiona la actitud que tuvo cada uno de Uds. de “mirar la realidad”: hoy muchos hablan de la complejidad de la realidad, dato que no hay que pasar por alto para no caer en simplismos, pero que tampoco nos debe llevar a inmovilizarnos frente a la aludida “complejidad”. Sigue siendo tarea personal y de cada comunidad “discernir los signos de los tiempos” (EG 51): ¿qué vemos alrededor de nuestra Comunidad, Iglesia o Parroquia? ¿en qué andan los jóvenes? ¿quiénes son los más pobres y vulnerables a nuestro alrededor? ¿quiénes están “a la orilla del camino”? ¿nos ha pasado que “cuando teníamos todas las respuestas…nos cambiaron las preguntas” (Mario Benedetti) o peor aún seguir insistiendo en preguntas que nuestros hermanos no se hacen…?

Todos Uds., mártires riojanos, al igual que Monseñor Romero, se encarnaron en la realidad, entraron en la dinámica de ser pueblo (GS 32, GE 6), se solidarizaron, se hicieron prójimos y “no pasaron de largo” (Lc 10,25-37).

b. Las ideologías que siguen dando muerte 

En los años 70, lo saben mejor Uds. porque lo han vivido “en cuero propio”, sobre toda América Latina pesaba la Doctrina –o mejor “Ideología”- de Seguridad Nacional. En nuestro país algunos la ubican desde 1966, pero es cierto que desde 1976 hasta 1983, hirió a nuestra sociedad argentina. También Uds., como Monseñor Romero, han sido hijos del Concilio Vaticano II y su aplicación latinoamericana de Medellín (1968). Monseñor Romero vivió la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Puebla (1979). Sus voces se elevaron proféticamente sobre sus realidades de opresión y represión, donde el “ídolo de la riqueza” articulaba todos los intereses y movía los mecanismos para fraguar ese orden.

Hoy, hablamos de globalización, y ciertamente es otro el mundo en el que Uds. vivían, mas parecen mantenerse ciertas constantes: los Estados o han retrocedido o están en crisis, y el mercado y las finanzas siguen moviendo al mundo. Se trata de un poder que muchas veces, está sobre los gobiernos, los pueblos, la Justicia, la Casa Común y las reservas de bien de los pueblos. Es el reinado de la “tecnocracia”, como la “única solución a todo” (cf. LS 20,54,26,57,106-109).

¿Somos realmente “libres”? ¿Hay justicia e instancias que nos protejan como ciudadanos libres? ¿Qué esperanzas tiene un joven o una familia joven de progresar y adquirir “su casa”? ¿Qué están haciendo los políticos por el pueblo? ¿La clase política se ha solidarizado con su pueblo y tiene la suficiente altura ética? ¿Por qué no podemos “reconstruir una Nación” donde encaminemos juntos un Proyecto? ¿Por qué seguimos obstinados y polarizados en sostener intereses siempre queriendo llevar “agua para nuestro molino”, para el beneficio del propio “sector”, “grupo” o corporación?

Comprendemos que “Jesús no vino para abolir todos los males aquí abajo (cf. Lc 12, 13, 13.14; Jn 18,36), sino a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado (cf. Jn 8, 34-36), que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa de todas las servidumbres humanas” (Catecismo de la Iglesia Católica, 549). Más el empeño por continuar y profundizar “ya ahora” la construcción del Reino es misión urgente.

c. Signos de esperanza de una humanidad en camino y en búsqueda.

Dice Martín Descalzo: “Al hombre le cuesta aceptar precisamente lo que más espera y necesita…es preferible no hacerse ilusiones, no creer”. El “realismo” de muchos, atado a cálculos y ciertas lógicas, nos dice que esto no va a cambiar; el realismo del Evangelio, que es el del Reino de Dios comparado a la semilla que crece “sin que sepamos cómo” (Mc 4,26-29) y que “no debe significar menor confianza en el Espíritu ni menor generosidad” (EG 84), nos permite ver “de alguna manera un vislumbre” (GS 39), brotes de “tierra nueva y cielo nuevo” en nosotros, en muchas comunidades, en la humanidad.

¿De dónde viene la atención que muchas personas de otros contextos “no eclesiales” están mostrando por escuchar el pensamiento de Francisco (plasmado en Laudato si –2015y en Fratelli tutti -2020-), por ejemplo, al ser leído en varias Universidades públicas de Argentina? ¿los movimientos populares han encontrado nuevas pistas e inspiración en el Papa? ¿de dónde se nutre y renueva el sentido ético de muchos hermanos al cuidar a los más pobres de nuestro mundo, entre ellos la “hermana madre tierra”? ¿Qué llama mantienen encendida aquellos que prefieren estar “confiados y despiertos” (GE 162-163) en medio de la tormenta humana acompañando muchas situaciones de vulnerabilidad?

3. Despidiéndome

Nos recuerda Francisco que los santos, o sea todos Uds. junto a Monseñor Romero, “mantienen con nosotros lazos de amor y comunión” (GE 4): la memoria viva y continua de Uds. hermanos mártires riojanos nos anima a continuar nuestro camino de conversión y alienta en la fe que ilumina el caminar, la esperanza que sostiene y el amor que hace que ofrezcamos la propia vida por los demás. A ustedes nos encomendamos.

Juan Pablo