El Papa Francisco nos invita a la fraternidad y la amistad social en su nueva encíclica Fratelli Tutti.

Existen momentos compartidos que nos acercan, confesiones que nos hermanan, vínculos que no se pueden romper fácilmente. Pero, ¿a cuántos y a quiénes consideramos “nuestros hermanos”? Fratelli Tutti viene a proponer, desde la mirada de San Francisco de Asís, una Creación de la cual formamos parte, convirtiéndonos así en hermanos de todas las criaturas.

La vida de este santo inspiró al Papa a escribir unas líneas sobre la fraternidad y la amistad social, no en forma de doctrina que se impone, sino como una invitación a vivir “con sabor a Evangelio”.

¿Cómo estamos?

En el primer capítulo de esta carta podemos detenernos a mirar el mundo y pensar en las distintas realidades que marcan la actualidad. Identifica Francisco la falta de conciencia histórica, la polarización de la política, la cultura del descarte que deja afuera a los más pequeños y los más ancianos, la pretensión de un modelo cultural único, las nuevas formas de esclavitud y el aumento de la discriminación (disfrazada de nacionalismo, guerras religiosas y defensa de intereses propios).

En pocas palabras, nos estamos mirando mucho a nosotros mismos. Pero no se trata de una mirada reflexiva, que se propone encontrar puntos a mejorar, sino de un egocentrismo que quiere que el mundo sea como yo quiero.

¿Quién es mi prójimo?

A continuación el Papa propone la figura del buen samaritano como un modelo que podemos seguir. Nuestra existencia está ligada al vínculo con los demás. Acoger y acompañar, amar a todos sin excluir a nadie, reconociendo en cada persona la dignidad humana que la hace merecedora de derechos, ese es el camino.

Así todos -y no sólo algunos- deben poder elegir libremente el lugar que les asegure felicidad y realización personal, sobre una base de necesidades satisfechas. Y de la misma manera, todos debemos contribuir en que esto sea posible. La indiferencia no es una opción, la caridad apostólica invita a la acción con otros.

Hijos en el hijo, no podemos desconocernos como hermanos, más allá de las diferencias sociales, culturales o étnicas que existan. Francisco nos invita una vez más a cultivar el cuidado y el servicio como forma de vida. Esto tiene que ver con reconocer y cuidar la fragilidad desde la compasión genuina y con todos.

“Un ser humano solo se desarrolla plenamente en la entrega sincera a los demás, pero no sólo con nuestra familia o amigos”, dice Francisco. En cambio, invita a gestar un mundo abierto, unido por lazos de “amistad social”, la que comienza a gestarse en cada ciudad y en cada país.

Desde la educación, la política e incluso las religiones, se puede fomentar la fraternidad social que nos permitirá sabernos todos hermanos. Por eso, el Papa Francisco junto al Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb proponen asumir:

* La cultura del diálogo como camino

* La colaboración común como conducta

* El conocimiento recíproco como método y criterio

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