En referencia al Día del estudiante mi intención es rescatar aquellos aspectos que hacen diferente a la experiencia de ser alumno/animado salesiano, pensaba ir repasando los aspectos centrales de la pedagogía de Don Bosco…MEH!  ¡A mí Don Bosco me cambió la vida y no voy a hacerme el teórico! Vamos de vuelta pero desde el corazón…

Cuando pienso en mi adolescencia y en quien me prestó la oreja cuando lo necesite… cuando pienso en mis amistades más queridas…
Cuando pienso en mis momentos más tristes y en los más felices…
Cuando pienso en mis inquietudes, en mis gustos y en mis maneras de mirar la vida…
¡Donde busque está Don Bosco!

Ser alumno o animado salesiano es sin lugar a dudas mucho más que formar parte de un grupo o ir a tal colegio, es estar atravesado por un modelo educativo-pastoral impregnado de simpatía y cercanía, que busca acompañar a los jóvenes desde la presencia, para que todos se sientan amados por lo que son. Es ahí cuando miro para atrás y todo tiene sentido; el Salesiano que me esperaba en la puerta del colegio todas las mañanas, el preceptor que te preguntaba si te pasaba algo cuando te veía mal o el animador que te alegraba la tarde con un juego. No me daba cuenta pero todos aportaban su granito de arena desde lo sencillo y lo cotidiano.

Hoy desde mi lugar de animador me pregunto ¿Siempre funciona? Lamentablemente no. No siempre logramos interpelar a los jóvenes y acompañarlos de la manera en que ellos lo necesitan, pero sin lugar a dudas es un desafío al cual todos los que formamos parte de la familia salesiana debemos seguir apostando para transformar la vida de los jóvenes con la misma esperanza con la que lo hizo Don Bosco.

 

Por: Francisco Manuel Castello