Las palabras de Mons. Dus recogieron el «sentido de bienaventuranzas» presente en las lecturas del día.
En primer lugar, expresó que tener «alma de pobre» implica ser ricos en Dios y libres de toda atadura. Ser conscientes de su Misericordia nos ayuda a sentirnos amados en nuestra realidad frágil «de vasijas de barro», a alegrarnos en este Amor y a compartirlo.
La experiencia de Dios se presenta en el compartir nuestra vida concreta, en transitar un camino juntos. Así lo explica el Papa Francisco en Evangelii Gaudium cuando dice: «nuestra espiritualidad es siempre itinerante y nuestra comunión es siempre misionera».