El oratorio es, para animadores y animandos, escuela para aprender la alegría del servicio y el amor total. Así lo cree Giovanna, quien nos comparte en este escrito las resonancias del voluntariado misionero en el oratorio mendocino.

 


Del 20 al 31 de enero tuve la hermosa oportunidad de compartir la Experiencia de Voluntariado Salesiano en el Oratorio “Ceferino Namuncurá” de Las Heras – Mendoza, donde participaron animadores voluntarios de Córdoba, Chaco, Salta, Santa Fe, Mendoza y San Juan que llevo guardados en el corazón junto con toda la intensidad de lo vivido en esos días. 

 

La propuesta consistía en mañanas oratorianas de lunes a sábado donde se compartían espacios de recreación, catequesis, deportes y talleres para niños, niñas y adolescentes de la zona. Por las tardes, los animadores solíamos tener encuentros de formación y/o espacios para re-pensar y evaluar la animación y las actividades.  

 

 


El día 31 de enero, festejamos el día de nuestro Amigo Don Bosco como a él más le gusta, teniendo un día de pileta y recreación, “oratoriando” de la mejor manera. 


 

 

 

Fueron días de alegría profunda, donde Dios se iba mostrando en lo concreto. Donde me iba re-encontrando con un Dios de Vida, un Dios de esperanza y un Dios de propuestas que siempre me salía al encuentro a través del saludo y el abrazo cariñoso de un niño, la mirada cómplice de un animador o la confianza de una mamá que lleva a su hija al Oratorio. 

 

Será esa presencia misteriosa del Amor de Dios en la entrega lo que nos identifica a los animadores que sentimos a fuego este carisma, ese amor que nos desborda y nos mueve  a amar, porque nos hemos sabido amados y soñados por este Papá Dios.

 

Recuerdo las palabras amorosas de una niña del oratorio que me dijo:

“Seño, ¿cómo no vamos a aprender cosas lindas? si tenemos profes re buenos. Ésta ha sido la mejor escuela a la que he ido”.

Creo que esa es nuestra certeza como animadores Salesianos, saber que hemos sido puentes de amor y esperanza, y que de alguna manera, somos los educadores que papá Bosco soñó. 

 



 

«De todas partes», la comunidad de voluntarios.

No quería olvidarme de agradecer a la hermosa comunidad de Las Heras por la acogida amorosa, por hacernos sentir a cada voluntario como en casa, y por todo el arduo trabajo que realizan especialmente los días del Oratorio de Verano, los llevo a todos guardado en el corazón.  

Y por último, este breve relato  (además de contar la experiencia vivida) tiene la intención de motivar-te (a vos animador) a salir al encuentro de otras realidades, a mostrar una Iglesia en salida, donde la vida acontece y donde comprendemos que la vida comunitaria salesiana está llena de momentos de aprendizajes que se revelan en la heterogeneidad de cada provincia. 

 

Animate a vivir estas experiencias donde descubrís en el día a día a un Dios que habita en los pibes y en la entrega y que te invita a ser un motivo de esperanza para el que sufre, siguiendo el carisma que Don Bosco nos regaló.

 

 Giovanna Pugliese, animadora en San Juan.