El hermano Isaac Aguilera ha concluido su formación específica como salesiano coadjutor y ya está de vuelta en los patios de nuestra Inspectoría. Sus aprendizajes, proyectos y sueños.

La canonización de Don Zatti inspiró “La aventura de sanar”, de autoría de Isaac Aguilera y Stefan Crescia. Ellos compusieron también, a principios de año, “Todo por amor”, basándose en el lema propuesto por el Rector Mayor para el 2022. Y todo indica que próximamente habrá un nuevo estreno musical en torno a la figura de Artémides. 

Isaac, más conocido como Jackie, ha concluido recientemente sus estudios en CRESCO: el centro de formación específica para los coadjutores. Allí ha experimentado por primera vez el traslado de una casa a otra, de Guatemala -donde se encontraba hasta hace poco tiempo- a México, nueva sede formativa para los salesianos hermanos.

“El hecho de trasladarme de casa ya generó un movimiento interno profundo. Nunca había vivido esa experiencia. Y tampoco la de comenzar a pensar una pastoral de cero. Porque nosotros estamos acostumbrados a llegar a un lugar donde está todo armado… entonces vos te sumás y listo. Ahí aparecen los miedos de hacer o no hacer, las incertidumbres…”

La formación específica es instancia de aprendizajes variados y significativos. “Cresco tiene la particularidad de que somos todos de distintos países -dice Isaac-. Eso es interesante porque tu cabeza y tu corazón tienen que empezar a buscar los complementos y las cosas que nutren y hacen la experiencia. Sumado a que te estás metiendo en un lugar “distinto” a lo que estás acostumbrado y entonces empiezas a comparar. Después te das cuenta de que el carisma salesiano es igual en todos lados”. Entonces, los hermanos comienzan a hacerse parte de la cultura y la vida de las comunidades.

“Visitar el barrio, a las familias, ir al oratorio, jugar en la canchita… Dios nos pone las cosas más sencillas para que no nos compliquemos la vida”.

El salesiano continúa en su reflexión, recordando con cariño los últimos años compartidos.

¿Qué pensas que maduraste en este tiempo?

“Algo que descubrí es que si vos no te propones vivir con intensidad los espacios que se te entregan, nunca va a ser enriquecedor. Ya estamos grandes y hay un montón de camino recorrido. El riesgo es encerrarte en vos mismo, en tu comodidad y dejar de lado un montón de cosas que te enriquecen, por ejemplo la pastoral. 

Así, me propuse no darle tanta importancia a cosas que no son importantes, para intentar vivir una vida espiritual un poco más profunda y verdadera. Lo espiritual, que no tiene que ver con estar sentadito en la capilla. Tiene que ver con darte cuenta del paso de Dios, pero real, en el oratorio, en los pibes, en las charlas… a veces se vuelve tan ordinario que ya no te asombra. Es reactivar todo eso de vuelta como en un principio e intentar ver a Dios.

 

Porque nuestra vida salesiana sin pastoral, sin el oratorio, sin ESTAR ahí in situ con los pibes, yo no sé si tiene tanto sentido. Tal vez otro tipo de vida religiosa, más contemplativa quizás… pero nosotros, sin eso que es lo esencial, yo no sé si tengo tanto sentido. 

Entonces para mí este tiempo ha significado una profundidad espiritual que me ayude a contemplar a Dios un poquito más consciente. Yo lo necesitaba. Volver a conectarme con la imagen de Dios en los pequeños espacios para nutrir, fortificar y revitalizar mi oración personal, comunitaria y mi experiencia de Dios, que no es otra cosa que intentar estar con Él”.

Con la mochila de las experiencias y el corazón lleno de nombres, Jackie regresó a nuestro país hace poco más de un mes. Tras visitar a su familia, fue destinado como integrante de la comunidad salesiana en Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Ahí, la expectativa es “insertarme en la experiencia, entregar lo que pueda, escuchar, estar y también ir tomando lo que Dios me regala en el compartir con los chicos”.

Finalmente, decide no adelantar mucho sobre su próxima producción musical. Pero sí agradece y vuelve a pasar por el corazón las repercusiones del último tema: Don Zatti, la aventura de sanar.

Pienso cuántos hermanos parecidos a Zatti hay que están vivos. Y me refiero a todos los salesianos, consagrados o no, laicos, cuántos hay que viven esa misma experiencia profunda de Dios. Y no solo como una frase poética, es verdad. 


Por eso para mí ha sido muy importante conocer un poco más la vida de Zatti y que se resalte en la canonización que él le sigue dando un sentido profundo al sentido de ser cristiano. No es altruismo, no es filantropía, no es un servicio meramente social, sino que tiene una cuestión profunda que es Dios. Si no está Dios en eso que hacemos, el cristiano no tiene sentido.

La canción me ha generado volver a darle sentido a lo que hacemos. Mirarme como alguien que tiene que esforzarse por tener una vida cristiana que sea realmente entregada, profunda, sin quitar a Dios del centro. El salesiano puede estar en una oficina, en un hospital, en el oratorio más pobre del mundo, en el colegio más cheto del mundo, pero si no está Dios en el centro, ¿qué importa?”