Este es el título de un comunicado que exige seguridad y justicia y que lleva la firma de más de 30 curas villeros. 

 

Un grupo de sacerdotes lanzó el pasado 26 de septiembre un comunicado que tiene por título: «Felices los que trabajan por la paz». Los curas villeros, como se conoce a quienes desempeñan su labor pastoral en los barrios más carenciados de nuestro país, se reunieron en la Parroquia María Reina de Rosario, luego de que ésta fuese atacada por una banda de narcotraficantes.


 

Tras la balacera sufrida por la parroquia rosarina y el Colegio Pablo VI de Barrio Larrea en la madrugada del domingo 23 de septiembre, los sacerdores de la pastoral de emergencia de esa ciudad decidieron unirse al párroco Juan Pablo Núñez y a su comunidad. Se cree que el ataque al templo fue un intento por amedrentar al presbítero encargado, quien denunció las actividades criminales de grupos vinculados al tráfico de drogas.

Ante esta situación, el texto titulado «Felices los que trabajan por la paz» inicia asegurando que la violencia se ha apoderado de muchos ambientes y barrios, entre ellos la Parroquia María Reina, y que «nos hace vivir, a chicos y grandes, en estado de alerta permanente», naturalizando la muerte y perdiendo el amor por la vida.

Además, los presbíteros se comprometieron en el escrito a «colaborar más aún con la sociedad y el Estado en lo que nos es propio: abrazar la vida de nuestros niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos que han sido marginados por el sistema y por una sociedad que al mismo tiempo les quita las oportunidades, los discrimina, los desprecia y los descarta».

En este sentido, exigieron al Estado «seguridad y justicia» a la vez que instaron a ir a la raíz del sistema delictivo: “las organizaciones que sustentan este sistema de muerte”.

Finalmente, se dirigieron a los responsables del ataque, recordándoles la infinita misericordia de Dios y encomendaron «a la Madre del Rosario (…) la vida de cada uno de sus hijos».

 

Texto completo:

Como sacerdotes que vivimos nuestro ministerio en los barrios populares de nuestra ciudad, nos unimos a nuestro hermano Juan Pablo Núñez y a su comunidad parroquial en este momento de tanta dificultad.

La Parroquia es la Iglesia que haciéndose vecina comparte la vida de la gente. Es por eso que la comunidad de María Reina y de la Escuela Paulo VI no pudo mantenerse al margen del drama que viven las familias del Barrio Larrea, así como se viven cotidianamente en todas nuestras comunidades, y que nadie en esta ciudad puede ignorar: la violencia se ha apoderado de nuestros barrios, y nos hace vivir, a chicos y grandes, en estado de alerta permanente a raíz de tiroteos, enfrentamientos, amenazas y robos. Esto está potenciado por la creciente tenencia de armas que se ha vuelto masiva en los domicilios y en las calles, y las aparentes complicidades que nos llevan a vivir en un estado de impunidad. El más triste resultado de todo esto es la naturalización de la muerte en la que crecen nuestros chicos y la consiguiente falta de amor a la vida propia y ajena.

Porque somos personas de fe y, ante el desamparo en que vivimos confiamos en el Dios de la misericordia, no queremos ceder al pesimismo y nos comprometemos a colaborar más aún con la sociedad y el Estado en lo que nos es propio: abrazar la vida de nuestros niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos que han sido marginados por el sistema y por una sociedad que al mismo tiempo les quita las oportunidades, los discrimina, los desprecia y los descarta.

Porque son “felices los que trabajan por la paz” (Mt 5,9), procuramos vivir en paz y buscar el bien de todos e invitamos a las autoridades a que cuiden no sólo a los que los han elegido, sino a todos los ciudadanos. No podemos dejar de exigirle a este Estado, SEGURIDAD y JUSTICIA, recogiendo el clamor de las mujeres y los hombres de nuestros barrios y, como ciudadanos que somos. Sabemos que esto no se logra atacando los eslabones más débiles del sistema delictivo, que con frecuencia son víctimas y no responsables, sino yendo a la raíz misma del problema, es decir, a las organizaciones que sustentan este sistema de muerte.

A los promotores de esta agresión física les recordamos que Dios siempre se alegra de sus hijos cuando vuelven a los brazos de su Padre amoroso, quien los espera en su misericordia.

A la Madre del Rosario, quien ha dado nombre y origen a esta ciudad, encomendamos la vida de cada uno de sus hijos, en especial los que están más desamparados y le pedimos que nos abra los ojos y el corazón para descubrir en los otros a nuestros hermanos, con quienes estamos llamados a hacer de la ciudad de Rosario y del mundo, un lugar de justicia y paz.

Firmantes
P. Claudio Castricone y P. Miguel Agüero, Pquia. Ntra. Sra. de Fátima, Barrio Tablada.
P. Fabián Belay y P. Augusto Notario, Pquia. María Madre de Dios, Barrio La Lata.
P. Javier Pussetto y P. Nicolás Borelli, Pquia. Ntra. Sra. de Itatí, Barrio Las Flores y Barrio San Martín Sur.
P. Sebastián Amerise, Pquia. Ntra. Sra. del Valle, Barrio Las Delicias y La Granada.
P. Marcelo Ciavatti sdb, Barrio Santa Lucía.
P. Julio Boffelli sdb, Pquia. Santo Domingo Savio, Barrio Industrial.
P. Federico Salmerón sdb, Vicaría Sagrado Corazón de Jesús, Barrio Ludueña.
P. Silvio Almarás, Pquia. Ntra. Sra. de Guadalupe, Barrio Empalme Graneros.
P. Cristian Salomón, Pquia. San Francisquito, Barrio San Francisquito y Barrio Alvear.
P. Alberto Murialdo, Pquia. San Vicente de Paúl, Barrio Puente Gallego, Tío Rolo, Barrio Hume y Estación el Gaucho.
P. Fernando Ciccarelli, Pquia. María Mediadora, Barrio Municipal.
P. Lucas Policardo, Pquia. Santísimo Redentor y Pquia. Resurrección del Señor, Barrios Arroyito Oeste, Industrial, Sarmiento y QOM.

Adhieren al documento
Mons. Gustavo Carrara. Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Vicario para la Pastoral en Villas de CABA
P. José María Di Paola. Villa La Carcova, 13 de Julio y Villa Curita. Diócesis de San Martín.
P. Guillermo Torre, P. José Luis Lozzia, P. Marco Espínola. Villa 31. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Juan Isasmendi, P. Eduardo Casabal, P. Ignacio Bagattini. Villa 1-11-14. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Lorenzo de Vedia, P. Carlos Olivero, P. Gastón Colombres. Villa 21-24 y Zavaleta. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Domingo Rehin y P. Jose Luis Gennaro Villa Lanzone. Villa Costa Esperanza. Diócesis de San Martín.
Mons. Jorge García Cuerva. Obispo auxiliar de la Diócesis de Lomas de Zamora.
P. Hernán Cruz Martín: Barrio Don Orione – Claypole. Obra Don Orione. Diócesis Lomas de Zamora.
P. Basilicio Britez. Villa Palito. Diócesis de San Justo.
P. Nicolás Angellotti. Puerta de Hierro, San Petesburgo y 17 de Marzo. Diócesis de San Justo.
P. Sebastián Sury, P. Damián Reynoso. Villa 15. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Rodrigo Valdez. Villa Playón de Chacarita. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Martín Carroza y P. Sebastián Risso. Villa Cildañez. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Pedro Baya Casal, P. Adrián Bennardis. Villa 3 y del Barrio Ramón Carrillo. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Juan Ignacio Pandolfini. Villa la Cava. Diócesis de San Isidro.
P. Juan Manuel Ortiz de Rozas. San Fernando. Diócesis de San Isidro.
P. Joaquín Giangreco. Villa Trujuy. Diócesis Merlo-Moreno.
P. Nibaldo Leal. Villa Hidalgo. Diócesis de San Martin.
Carlos Morena, Mario Romanín, Alejandro León, Juan Carlos Romanín, Salesianos, Don Bosco. Cecilia Lee, misionera franciscana. Bea GmiItrowicz, misionera franciscana, Villa Itatí. Diócesis de Quilmes.
P. Alejandro Seijo: Villa Rodrigo Bueno. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Andrés Tocalini. Villa los Piletones. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Franco Punturo. Villa 20. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Omar Mazza. Villa Inta. Arquidiócesis de Buenos Aires.+


 

Fuente: AICA - Religión en libertad