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En la capital chaqueña, el oratorio es iglesia en salida. Las donaciones que llegan sirven para asistir a más de cinco barrios.

 

El oratorio salesiano de la ciudad de Resistencia está conformado por voluntarios jóvenes y adultos que cada semana recorren las barriadas para llevar a los chicos casa, escuela, patio y parroquia. El resultado: niños felices, que crecen aprendiendo a superar las diversas circunstancias de la vida con una sonrisa. Niños que juegan, ríen y cantan.

 

La pandemia del coronavirus se ha esparcido sin reconocer clases sociales, pero la falta de trabajo y alimentos se siente especialmente entre los más carenciados. Es ahí donde, una vez más, se pone en juego nuestro ser cristianos. Jesús, quien nos enseña a «lavarnos los pies unos a otros» invita a conmoverse ante el sufrimiento de los hermanos, a hacerse cargo, a no ser indiferentes.

 

Los miembros de la comunidad de Resistencia salen entonces, a convertir las palabras en obras.

 

 

 

El 29 de marzo se inició una campaña solidaria para recolectar mercadería, que continúa vigente.

Las familias de barrio Toba, Bo. Don Bosco, Villa Río Negro, asentamiento Zampa y La Rubita son destinatarias de las donaciones obtenidas del Banco de Alimentos local y otras organizaciones, empresas y comunidades.

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Los voluntarios se encargan de recibir, racionar y repartir los recursos que son, sobre todo, alimenticios.
El oratorio no ha dejado de prestar su servicio, que no es otro que la contención y el acompañamiento. Con creatividad, se inventan nuevas formas de estar juntos.

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