¿Por qué se celebrar un día internacional de la familia? El 15 de mayo como cualquier otro día el objetivo es prestar especial atención a una realidad que sentimos que está amenazada o que necesita un cuidado especial. Dedicarle un día especial a conmemorar la familia implica recordarnos a nosotros mismos que la familia es algo valioso, pero que también necesita cuidado, dedicación y atención.
Para formar una familia no basta con los lazos de parentesco o con el simple hecho de vivir en una misma casa. Cada uno de los miembros tiene que saber que la familia se fortalece con su aporte compartido. Con lo que cada uno pone que es lo que se reparte entre todos, privilegiando a los que más necesitan. De esta manera cada uno cuida su familia desde adentro
Aportando trabajo y compartiendo las tareas de todos los días. Sabemos que llevar adelante una casa implica una gran cantidad de tareas domésticas. Lo que a veces olvidamos es que es responsabilidad de todos realizarlas. Desde los niños hasta la abuela, todos podemos sumar a la preparación de la comida, al orden y a la limpieza. Así es más llevadero y enseñamos a nuestros hijos una gran cantidad de valores.
-Aportando nuestra vida. Para hacer crecer los lazos de confianza se necesita dialogar, compartir tiempo. Pero tiempo del bueno, sin celular o pantallas de por medio. Porque para poder animarnos a decir lo que nos pasa todos necesitamos saber que se nos escucha atentamente. Si no existe ese tiempo dedicado a escucharnos en serio, en las familias se multiplica la incomprensión, las peleas y la soledad.
-Aportando y compartiendo el dinero. Parece obvio pero es importante detenerse a pensar: ¿cuánto dinero entra en la familia y cómo se gasta? Muchas veces sucede que el deseo de comprar más y más cosa que no necesitamos nos obliga a trabajar más de la cuenta. Entonces no tenemos tiempo para colaborar en casa, para charlar de la vida, estamos siempre apurados, desesperados por trabajar o por aprovechar la promoción de último momento.
Aportando y compartiendo alegría. La vida cotidiana a veces puede ser difícil, la rutina se vuelve tediosa y las pequeñas dificultades se pueden tornar insoportables. Cuando compartimos una sonrisa, hacemos una broma o un gesto de cariño aliviamos en un segundo mucho pesar a nuestros seres queridos. Pero la alegría más profunda no es mero voluntarismo, sino el fruto de un corazón agradecido. No nos olvidemos nunca de agradecer a Dios por el trabajo, por nuestros padres e hijos, por el hogar que nos regala.
Aportando y compartiendo el perdón. Cuando podemos reconocer que Dios hace tanto por nosotros descubrimos que quizás nosotros estemos medio mezquinos. Entonces Dios nos invita a pedir perdón y a aceptar las disculpas de los que nos hirieron. Así aportamos paz que tanta falta hace en todas las familias. El Papa nos dice: “la familia es bella pero cuesta, trae problemas, hay enemistades. Les sugiero un consejo: nunca terminen el día sin hacer la paz en la familia.”
Para cuidar la familia, comencemos cada uno cuidando su propia familia, que seguramente es allí donde más nos necesitan

Por Franco Toffoli