La Casa Salesiana de San Ambrosio recibió entre el 4 y el 7 de febrero a cuarenta adolescentes que viven el mismo carisma en distintos puntos de Argentina Norte. Para Santiago y para muchos otros, la familiaridad que se da en el compartir comunitario es lo que hace única a cada presencia salesiana.

 


La acampada salesiana solo se puede hacer una vez. Y cuando me sumé a la de este año, no tenía idea de qué era. Conocía gente que la había hecho, pero ninguno me quería decir nada de la experiencia. Luego comprendí que no lo hacían porque todo el que hace la acampada no puede contar nada; así se mantiene el misterio para el año siguiente. Por lo tanto, yo no puedo contar nada de la acampada que sea muy específico, pero sí compartir dos cosas que me quedaron mucho:

 

Lo primero que me llevo es que a pesar de ser todos diferentes chicos, de diferentes obras salesianas, de diferentes provincias (algunos pertenecientes también a grupos en MJS pero otros no), todos sentíamos la alegría en el compartir y la convivencia como si nos conociéramos de hace rato.

Se sentía esa actitud que todos critican que no poseen los jóvenes, pero que está mas presente en nosotros que muchos adultos,

la actitud de hacerte sentir en casa.

 

 

La segunda cosa que marcó esta experiencia fue que todos nosotros conocíamos a un seminarista o salesiano ya formando en común.

Como cuando con una nueva persona encontrás amigos en común.

Te hace darte cuenta qué hermoso es el carisma salesiano, que marca recuerdos hermosos en la memoria de los pibes, llenos de risas y juegos. Y también ahí, es donde te das cuenta que la obra salesiana es inmensa, y solo al norte de Argentina.


Estas son las cosas que me llevo de esta acampada 2020, un espacio de alegría, compartida, amistades viejas y nuevas y sentimiento de casa, donde se encuentra un Dios vivo que abraza y ama a todos los jóvenes.

 

Santiago, animador en Córdoba.