El día mundial de la protección de la naturaleza es un llamado a repensar nuestras prácticas cotidianas y comprender la importancia y el valor de nuestro planeta.
Cada 18 de octubre se celebra el día mundial de la protección a la naturaleza, con el objetivo de promover la conciencia ambiental, poniendo la mirada en la responsabilidad de las personas para la salvaguardar del medioambiente, los ecosistemas y todos los bienes naturales y biodiversidad de nuestra casa común.
Dado que todos los bienes que nos ofrece la naturaleza tienen destino común a toda la humanidad, todos tenemos derecho a disfrutar de ellos. Por eso, también tenemos el deber de protegerlos y sólo nosotros tenemos el poder de frenar la degradación ambiental.
Por ello, este día es de especial importancia para generar conciencia y atender el llamado que nos hace Francisco a cambiar nuestros hábitos y estilo de vida. Este es un llamado a repensar nuestras prácticas cotidianas y comprender la importancia y el valor de nuestro planeta, entendiendo que todo está conectado y que nuestras acciones no son ajenas a los demás.
En este momento, nuestro país está atravesando por una catástrofe ambiental generada por varios focos de incendios en 14 de las 24 provincias argentinas, con consecuencias devastadoras. La situación es de gran preocupación para todos porque implica un riesgo a nuestras propias vidas y a todo lo que nos rodea.
Más allá de las importantes pérdidas económicas y daños a la salud, especialmente para aquellos que viven en las zonas afectadas, también genera grandes implicancias ambientales por las emisiones masivas de gases de efecto invernadero, la devastación de la flora y fauna de la región, la contaminación del agua que consumimos y su escasez, entre otros miles de males a los ecosistemas.
La única solución posible para frenar esta situación es un cambio en el “estilo de vida” y comenzar con el “verdadero buen vivir”. Para eso es necesario generar un cambio de conciencia y adoptar una mirada autorreferencial, para poder autotrascender en el cuidado de la casa común.
Ya sea desde nuestros hogares, escuelas o comunidad siempre podemos involucrarnos activamente, generando conciencia en nosotros mismos y en los demás, o a través de pequeñas acciones:
- Separar y tratar los residuos,
- Plantar árboles,
- Evitar los plásticos de un solo uso
- Reducir el consumo de energía,
- Hacer uso racional del agua.
En este contexto es necesario reconocer y atender desde una mirada salesiana y evangélica la crisis ambiental, no sólo nacional, sino también a escala global que se está viviendo en este momento, especialmente con la vista puesta en quienes viven en situación de pobreza y vulnerabilidad. Más aún, es imprescindible generar un cambio en nuestros estilos de vida. Por ello, el Papa Francisco nos hace un llamamiento a la conversión ecológica.
“Quiero proponer a los cristianos algunas líneas de espiritualidad ecológica que nacen de las convicciones de nuestra fe, porque lo que el evangelio nos enseña tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, sentir y vivir. No se trata de hablar tanto de ideas, sino sobre todo de las motivaciones que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo.” (216)