Los argentinos solemos hacer alarde de nuestra cultura; por lo general nos mostramos orgullosos ante otros países por nuestros modos de ser, nuestra historia y costumbres, a tal punto que planteo este interrogante: ¿sabías que tenemos un “día de la cultura nacional”?
Desde 1982, fue instaurado por decreto presidencial el Día de la Cultura Nacional, al conmemorarse la muerte del escritor, docente, político, historiador y periodista Ricardo Rojas. Quizá el contexto en el que fue estipulada la fecha (última dictadura militar y post guerra de Malvinas) repercuta en la poca difusión de la misma e incluso no figure en muchos almanaques ni agendas.
Pero es interesante poder detenernos un poco en la importancia de recordar y reflexionar sobre sobre la cultura nacional. En primer lugar, entre los motivos de rememorar a Rojas; dice el decreto oficial que representó “muy singularmente, en su polifacética y honda personalidad intelectual, diversas manifestaciones culturales y encarna una preocupación argentina de preservar y difundir las características de la cultura nacional».
Puntos en común
Entre los datos llamativos de este personaje, se puede hallar que dejó como legado su casa –en la Ciudad de Buenos Aires-, réplica de la Casa Histórica de Tucumán, construida siguiendo su teoría “euríndica”, una propuesta estética que reivindicaba el diálogo de lo europeo con lo americano.
Primer punto en común que podríamos trazar como salesianos, el encuentro de dos culturas, entre lo que trajeron aquellos primeros misioneros en 1875, con fuerte impronta italiana y en el compartir con los pueblos americanos, en particular el argentino.
Hoy en día nos apasiona profundizar en la vida de Don Bosco y Madre Mazarrello, en su cultura “tana” a la que inculturizamos, nos la apropiamos a través de símbolos típicos de lo nacional, de los elementos, signos y colores que nos vienen de pueblos originarios como aguayos, el mate, palabras y frases, la música y tantas otras expresiones identitarias de lo cultural.
Es que la cultura en todos lados -y nuestro país no es la excepción- se refleja en cuestiones materiales (edificios, elementos) así como en historias, acontecimientos, modos de ser y decir que nos atraviesan, por generaciones y con más rapidez y fuerza en las últimas décadas, producto quizá, de la influencia y/o acceso a los medios de comunicación y redes sociales.
Así como de extensa es la geografía argentina, también de amplia y variada es la cultura nacional, donde además como salesianos/as nos sentimos parte en el patio de tierra, el barro, la guitarreada. También en aquellas costumbres que son típica de las grandes ciudades, la música urbana hoy tan presente en muchos/as jóvenes… y así podríamos nombrar muchas características.
¿Y qué más?
La cultura nacional también implica espacios de repensarnos, preguntarnos y buscar respuestas al camino que vamos haciendo como sociedad. Un país con vaivenes que nos desafían permanentemente. En muchas situaciones, los obispos –entre otras personas y sectores de la Argentina- intentan alumbrar ese caminar, invitan a tener una mirada amplia, de ser necesario a bajar un cambio o ver alternativas para intentar mejorar. Y esto lo leemos o escuchamos cuando se habla de la “cultura del encuentro”, la “cultura del diálogo”, la “cultura del trabajo” y que cada cierto tiempo son puestas en valor o traídas a la reflexión para procurar construir o perseverar en eso que nos legó Don Bosco: ser buenos cristianos y honrados ciudadanos.
Juan Pablo Vallejos – Corrientes