Hace unos pocos días, el Papa Francisco en una entrevista había manifestado una preocupación respecto a este año Jubilar, temía que sea vivida como una experiencia de turismo religioso. El Jubileo es una experiencia espiritual, un llamado a todos los pueblos de la Tierra a volver a Dios, a un Dios bueno, misericordioso y tierno que nos invita a la conversión y que quiere regalarnos su perdón. Es un Dios que nos llama a comprometernos en la construcción de su Reino que es justicia, amor, paz, solidaridad y fraternidad universal.
Por este motivo el Papa Francisco ha solicitado que esta celebración especial no tenga como único lugar al Vaticano o Roma, sino que cada diócesis del mundo pueda determinar algunos lugares como centro de espiritualidad. Es decir que todos tendremos la oportunidad de vivir el Jubileo como peregrinos de esperanza.
Si duda que mirando el contexto actual que estamos viviendo (pobreza, guerras, destrucción de la naturaleza, polarizaciones ideológicas y políticas, diversas formas de discriminación y violencia…) podemos darnos cuenta que necesitamos cambiar, necesitamos hacer un camino para renovar nuestra vocación de hijos e hijas de Dios, nuestra vocación de ser hermanos y hermanas. El Jubileo es una gran oportunidad para renovar la esperanza de que otro mundo es posible y que el compromiso de cada persona y de cada comunidad es fundamental, el Señor de la Vida cuenta con nosotros. Pero nosotros necesitamos reconocer que tenemos que ablandar nuestro corazón, romper la puerta “blindada” del acostumbramiento y de la indiferencia que nos hemos construido para dejar entrar a Dios y a nuestros hermanos.
En el Año jubilar estamos llamados a ser signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria
(Bula de convocación Jubileo 2025, n°10)
Como sabemos la conversión no queda en la esfera de lo individual, la verdadera conversión cristiana impacta en la vida de las personas que nos rodean. El Papa Francisco esto lo tiene muy claro y en su carta de convocatoria al Jubileo ofrecer caminos para ser signos de esperanza en el contexto actual (n°. 7-15), él nos invita a:
- Ser artesanos de la paz en este contexto de guerras
- Acompañar a las familias promoviendo una apertura a la vida con una maternidad y paternidad responsables
- Ofrecer un signo concreto de cercanía con los presos
- Visitar, acompañar, cuidar a los enfermos
- Ocuparnos de los jóvenes, los estudiantes, los novios, las nuevas generaciones, ellos son la alegría y la esperanza de la Iglesia y del mundo.
- Ser hospitalarios con los migrantes, exiliados, desplazados y refugiados. Como comunidad debemos estar dispuestos a defender el derecho de los más débiles.
- Valorar y cuidar a los ancianos, abuelos y abuelas, por el tesoro que son con sus experiencias de vida y sabiduría.
- Tender la mano a los pobres. El Papa nos implora de manera especial a cuidar a los último, porque más allá de algunos medios dicen no olvidemos que los pobres, casi siempre, son víctimas, no culpables.
El 24 de diciembre se tuvo lugar la apertura de la Puerta Santa en la Basílica san Pedro, que este símbolo nos movilice a abrir las puertas de nuestro corazón, a abrir las puertas de nuestras comunidades para dejar que ingrese la Misericordia de Dios a sanar nuestras heridas y las heridas del mundo para ser testigos de esperanza. ¡No dejemos pasar esta histórica oportunidad!
Para conocer más ingresá a JUBILEO 2025
Con la colaboración del Hno. Fernando Saade.