Mejorar los aprendizajes. La memoria de trabajo es la función que más predice el proceso cognitivo. Especialistas en Neuropsicología realizan una prueba piloto en la escuela Don Bosco
La calidad educativa es una bandera arriada, que flamea para los discursos ambiciosos o de buena intención, y que en el contexto actual poco tiene de meta concreta o factible. Entre escuelas en riesgos edilicios y paros docentes que agudizan las preocupantes problemáticas que exhiben hoy los procesos de aprendizajes, cuestan insertar políticas y acciones concretas para procesos de mejora de la educación, tendientes a que niños y adolescentes –si hace falta remarcar, el futuro de nuestra sociedad– estén preparados para su futuro.
De todos modos, pese a que el marco muchas veces dista de ser el ideal, hay actividades de distintos actores del mundo educativo que desafían el panorama y se animan a transmitir y aplicar conocimientos de la ciencia, para buscar soluciones en las aulas.
Son más que las que uno supone, pero se conocen menos. Algunas son aisladas, esfuerzos personales al frente de un aula; otras son experiencias en equipos, con mayor respaldo.
Una de ellas es un plan que se lleva adelante en el Instituto D-40 Dr. Enrique Carbó de Paraná, más conocida como Escuela Don Bosco. En ese establecimiento educativo, las psicopedagogas –con Maestrías en Neuropsicología– Magdalena López y María Fabiola Iglesia, iniciaron un trabajo que apunta a generar un impacto educativo concreto en un aula, mediante un entrenamiento cognitivo.
Las profesionales integran el Laboratorio de Neuropsicología del recientemente creado Centro de Investigación Interdisciplinar en Valores, Integración y Desarrollo Social de la Facultad Teresa de Ávila de la UCA, aunque su desarrollo e investigación profesional en las temáticas de estrategias de acción para la detección y tratamiento de los problemas de aprendizaje en niños, data de más de una década.
Concretamente, López e Iglesia advirtieron en investigaciones previas, que la memoria del trabajo –la capacidad para mantener una información, y luego transformarla y manipularla– es la función que más predice el desempeño cognitivo en el aprendizaje.
A ese conocimiento científico, lo pusieron en práctica con observaciones empíricas, desde hace una década. Comenzaron en jardines de establecimientos educativos de zonas vulnerables –como la escuela La Delfina– y detectaron las diferencias ya a esas edades tempranas, en el funcionamiento cognitivo entre chicos que viven en condiciones desfavorables, y en otras con más favorables. La experiencia también se aplicó en chicos de 6 años, mediante estudios longitudinales, para evaluar la realidad con el paso de los años.
«Cuanto más temprano nos pongamos a trabajar para estimular a los niños, a aumentar sus recursos, mejor será el funcionamiento cognitivo. Advertimos que la memoria del trabajo es la que más predice el desempeño cognitivo en Lengua y Matemáticas, y que tiene efectos a largo plazo», explicó Magdalena López.
En tanto, Fabiola Iglesia indicó que el modo en que un niño pueda retener información, es relevante para la tarea educativa. «La memoria de trabajo es una capacidad fundamental para las tareas escolares, y para la vida cotidiana también, aunque a nosotros nos ocupa lo escolar, como psicopedagogas», añadió.
Esa función cognitiva, es en otros términos, mantener la información «on line», transformarla y manipularla de alguna forma, para cumplir alguna tarea, para resolver alguna consigna, para darles distintos criterios u órdenes, para transmitirlas y modificarlas.
«Por ejemplo, en Lectura vimos que los niños que podían decodificar y leer bien y tenían memoria de trabajo, podían leer y retener la información que se les estaba transmitiendo en el texto, para luego resolver una consigna, sacar el significado, relatar», sintetizó López.
Actuar, intervenir
Justamente, frente a ese diagnóstico que permanentemente realizan los docentes en torno a los problemas de atención y concentración, o de resolución de problemas o consignas de los chicos –no atribuibles a patologías–, las profesionales iniciaron una tarea para pasar de la investigación, a la práctica.
«Trabajamos desde 2000 en temas comunes y lo que siempre nos interesó es poder hacer esa transferencia de conocimientos, en aplicaciones concretas. Modificar la realidad de alguien, o solucionar un problema concreto a alguien», planteó Iglesia.
El diagnóstico sobre las problemáticas de aprendizajes entrecruza motivos como el desarrollo, la vulnerabilidad por pobreza, la alimentación, el neurodesarrollo, la estimulación cotidiana del ambiente, el estrés, el cortisol. Frente a ello, y teniendo en cuenta que a medida que se avanza en las edades estas situaciones se van agravando, plantearon un esquema de trabajo concreto, con alumnos de 1º grado de la escuela Don Bosco, que se inició en junio y ya muestra resultados alentadores.
«Adquirimos la licencia del programa internacional que tuvo mejores resultados a nivel internacional. Es computarizado y estamos haciendo la prueba piloto, en una población estudiantil en condiciones normales, para poder constatar el impacto que genera la mejora de la memoria del trabajo en el proceso educativo, en el tiempo», justificó López.
El programa se denomina Entrenamiento Cogmed, y es sueco. A través de juegos, los chicos deben realizar ejercicio con letras y números, retener imágenes, darles criterios y órdenes, que le permiten sumar puntos en el juego. «Si vos tenés la memoria muy restringida, retenés poco y te falta información para completar la tarea», explicó Iglesia.
La prueba piloto ya está en las últimas sesiones, y entre los chicos evaluados –aquellos que estaban por debajo de la media de desempeño escolar, pero sin patologías ni programas correctivos– han sido favorables: la memoria del trabajo se incrementó de un 50 a un 120%.
«Es algo redundante –añadió Iglesia–, pero vos aumentás el funcionamiento de una función, y eso redunda en que aumenten el funcionamiento de otras, porque se estimulan esas otras funciones que están conectadas».
«Vamos paso a paso», detalló López. En ese sentido, posteriormente se medirá el impacto que ha tenido la mejora de la memoria de trabajo en Lengua y Matemáticas.
«Los resultados finales estarán en unas semanas. De todos modos, los docentes ya nos han dicho que impactó en la dinámica grupal: los chicos están organizados, mantienen las consignas, resuelven los problemas incluso con mayor rapidez. Se notaron los cambios en el primer mes de intervención», añadió López.
El propósito de las profesionales será comenzar luego a trasladar la experiencia a otros grupos. Es un trabajo a largo plazo, en chicos que en 15 o 20 años estarán insertos en la sociedad. «También queremos ver el impacto en el tiempo, cuánto se pueden sostener los hábitos. Nosotros dejamos a los docentes un tips de estas actividades para sostener estas habilidades en el tiempo», acotó.
«Claro que hay aspectos muy importantes para el desempeño cognitivo, como la alimentación. Pero también está la estimulación: si vos no utilizas determinadas conexiones, el cerebro entiende que no las necesitás y las dejás de lado, y las barre por otras que se supone son más utilizadas y que te ayudan a la supervivencia, a la adaptación al medio. Si uno no estimula determinadas funciones, no esperemos que a los 7 años ese chico tenga la misma plasticidad, tendrá plasticidad pero no es la misma. Cuanto más crece la edad, el ejercicio de la memoria de trabajo tendrá impacto, pero no crecerá tanto. Por eso esa tarea es mejor, a menor edad, desde bebé», concluyó López.
Ventajas
La capacidad de trabajar sobre las cosas, de retener y modificar la información, en definitiva, del desarrollo de la memoria de trabajo –que explica un 27% de la tarea en Matemáticas– es una ventaja cognitiva que permitirá adaptar a los chicos, a cualquier situación.
«Todo está planteado –reflexionó la psicopedagoga López– para adaptarte a una cultura, a un medio con determinadas exigencias, que hoy son la flexibilidad cognitiva, la innovación, la creatividad. Entonces vos tenés que tener un cerebro que no se ajuste a un esquema, que tenga varias formas de resolver una realidad; por ejemplo, cuántas formas hay de decir cuántos años tenés. Es romper con el esquema».
En ese sentido, Iglesia añadió: «Tiene que haber una secuencia de hechos, que los chicos retengan cierta planificación de las cosas cotidianas, y eso será directamente trasladable a la escuela. Y también es una forma de reconocer a cada chico con su realidad, con sus tiempos».
Es decir, la rutina, la planificación, los hábitos, forman conductas y ordenan pensamientos, y ello lleva como consecuencia directa a que el chico sepa, que aumente su flexibilidad cognitiva.
«No es más que ponerse en el lugar del chico, porque como adultos somos iguales. Si vamos a un lugar que no conocemos o no sabemos cómo hay que vestirse o ir, estamos inseguros. A un chico le sucede lo mismo: cuando no sabe cómo proceder con una cuenta, o con algo que le ponen en el pizarrón o le preguntan, está inseguro, se retrae, y eso no le da la posibilidad de aprender. Mientras tanto, el docente está esperando que el chico tenga secuenciación, oralidad, y todo lo que se plantea», consideró.
«Imaginate toda esta situación en un niño en un contexto de vulnerabilidad, de falta de estímulos, de factores socio-ambientales cognitivos que inciden en su desarrollo mental, de estrés, y su impacto negativo en la educación. Estos tipos de problemas de aprendizajes que se ven en situaciones de vulnerabilidad y también en contextos normales, impactarán dentro de 10 o 20 años en la sociedad», graficó López.
Ejercicios para que los padres estimulen
Los padres pueden contribuir en la estimulación y práctica diaria de la función cognitiva de la memoria del trabajo.
«Tienen que trabajar con la información» –sugirió López a los padres. ¿De qué modo? «Hay una dificultad terrible en el lenguaje; entonces se trata de trabajar sobre lo leído o lo visto; por ejemplo, que recapitulen o relaten lo que vieron en una película, o hasta un chiste».
«El papá o la mamá pueden estimular a través de preguntar de qué trataba la película, quiénes eran los personajes, es todo un trabajo sobre la información», acotó Iglesia. Otra clave es la sucesión de hábitos.
«Es trabajar en la retención de información, y que hagan un relato: la oralidad es fundamental, la secuenciación de las palabras y los hechos, para que estirar la capacidad de trabajar sobre las cosas», añadió.
FUENTE: DIARIO UNO ENTRE RÍOS