Dulce es el testimonio de que todo comienza por casa. Este verano eligió jugar de local y vivir unas «vacaciones» bien salesianas en su comunidad.
Para muchas personas las vacaciones son días de descanso, de pasar con los seres que se quiere y con uno mismo; de recargar las pilas para lo que espera el año. Y sin dudar, para un salesiano, los meses de vacaciones -sobre todo el mes de enero- son de “agenda ocupada y corazón cargado”.
Fue exactamente esto lo vivido entre los días 22 y 31 de enero en el quinto año de Patio Bosco en la comunidad “Domingo Savio y Laura Vicuña”. Mientras el calor correntino hacia surgir el clima del chamamé y el carnaval; los barrios periféricos del sur capitalino también se vistieron de fiesta: la del Oratorio.
Andanzas moviditas, pero en las cuales el cansancio no tiene lugar. Al pasar ya unos días del Patio, las resonancias del corazón todavía vibran mucho y cada vez que vuelven hacen aparecer esa sonrisa en la cara. Con tantos momentos, recuerdos, encuentros, abrazos y nombres que están atesorados en ese rinconcito del alma que solo expresa :
“Qué lindo es ser salesiano”.
Fueron diez días en los que participamos 150 animadores provenientes de las casas salesianas de Corrientes, del interior y de la vecina provincia del Chaco; como también, voluntarios de toda la inspectoría. La propuesta estaba constituida por tardes oratorianas en seis diferentes lugares de alrededores, además de encuentros formativos y recreativos para los animadores.
Sin olvidar los momentos presentados de encuentro con ese Jesús que nos llamaba, nos invitaba, nos hacía sentir parte amada y enviada.
Jornadas en las que este soy de los tuyos, Don Bosco estuvo a flor de piel, en donde pareciera que el mismo Juanito Bosco hubiera estado rondando por estos lugares; que Valdocco volvía 150 años después.
Alegrías que desbordaban y hacían que este Oratorio que a cada uno le cambió la vida, sea impulso al corazón para salir al encuentro del otro.
Fueron en esos encuentros, compartir, mates, palabras y risas –y porque no una que otra lágrima- en donde ese Cristo amigo, compañero de camino salió, se hizo vivo, en lo simple y sencillo. Momentos de estar con el otro, en donde la alegría se multiplicaba y el alma se ensanchaba al sabernos tan cercanos, tan similares: con eso que nos cautivó una vez y hoy es lo que queremos y esperamos ser.
Ese Jesús que es y está en los pibes, en sus sonrisas, sus miradas, sus rostros y abrazos que nos muestra que él siempre nos primera, es quien sale a nuestro encuentro. Y es en sus caras el reflejo en donde estamos invitados a ver ese Amor que es para todos y abarca a todos.
Para terminar no quedan más palabras que dar gracias a la Comunidad Domingo y Laura por ser esa casa, patio, escuela e Iglesia para tantos que como yo hoy es su familia, su segundo hogar; a las personas y comunidades que hicieron posible que este Patio Bosco, que comenzó como un sueño, hoy ya lleve cinco años. Y por supuesto a ese Santo Soñador que un día pensó en un oratorio para mostrar cuánto nos ama nuestro Padre Dios
–Gracias papá Bosco, che… Acá están tus hijos que viven al ritmo de tus sueños… –
y a Ella que es la que lo hizo todo, estoy segura.
Y para vos animador, dale que ahora se viene lo mejor; debemos llevar eso vivido como luz en lo cotidiano. Animate que el Oratorio esta en nosotros, es como dice el correntino: nuestro ñandereko (modo de ser).
Dulce, animadora en Domingo y Laura - Corrientes.