Víctor Barcos es abogado, docente en un colegio público y explorador. Luego de 21 años dentro del Batallón N° 11 decidió cerrar una etapa (su corazón sigue siendo «explo») y buscar otras actividades cerca de los jóvenes. Así fue que un día del año 2013, Víctor se topó con un grupo de chicos que jugaban al fútbol en el patio del Pio X en donde encontraban un espacio de contención, y que hoy gracias a él y dos jóvenes salesianos, se ha transformado en el “Don Bosco Fútbol Club ”, al que todos los chicos quieren asistir.
¿Qué tenías en mente cuándo comenzaste a acompañar a los chicos?
Comencé acompañado por dos Posnovicios y junto a ellos me preguntaba qué formación y contención les podía dar a los chicos cuando venían a jugar al fútbol, y la respuesta la encontré en el Patio junto a Don Bosco. Él era cercano, compartía sus actividades, un buen consejo al oído, las buenas tardes. Así los chicos se sienten parte de este espacio y pueden generar vínculos de amistad y confianza. Por ejemplo cuando dos equipos están jugando un partido, me quedo charlando y tomando mate con los que están fuera de la cancha, eso nos ha hecho crecer mucho en estos cuatro años.
¿Y en qué se diferencia de otras escuelas de fútbol?
Me apasiona el Fútbol, he jugado en diferentes clubes y la diferencia está en que tenemos una impronta salesiana y el objetivo no es jugar a la pelota, es una excusa, ya que a través de este deporte los chicos aprenden valores y eso es lo que nos interesa. No nos importan si juegan mal a la pelota, ellos aprenden, se integran y juntos podemos aportar a la construcción de una mejor sociedad.
¿Qué cambios pudiste notar en los chicos en estos cuatro años?
Que los chicos se sienten partícipes, protagonistas. Ellos comenzaron a ayudarme en las actividades, a organizar y acompañar a otros chicos. Hay predisposición porque saben que están en un lugar especial, que es un lugar distinto a estar en la calle y toman como propias las normas de respeto. Defienden el espacio en el que se reúnen, cuidando su conducta y vocabulario.
Entonces el fútbol es sólo una excusa…
Sí, es una excusa para encontrarnos, acompañarlos y que se encuentren con Dios a través de la oración, ellos aprenden y reconocen la importancia de la Fe. Sabemos que muchas veces a la realidad no la podemos cambiar, pero si compartimos valores podemos mostrar una realidad distinta y con esperanza, de esta manera podemos crecer como personas.
¿La familia de los chicos también interviene?
Los chicos que asisten tienen entre 15 y 18 años, en su mayoría son muy independientes. Cada uno tiene realidades muy distintas, desde el ambiente, la fe, la situación familiar etc. Por lo que los padres no están integrados al grupo, pero cuando alguno viene, se siente muy bien viendo a sus hijos compartir dentro y fuera de la cancha, por lo que la formación va dirigida directamente a los chicos.
¿Qué importancia le dan a la formación académica o para la inserción laboral?
Mucha importancia. Todos los chicos asisten a la escuela, asimismo yo los aliento a que se sigan formando académicamente o en oficios para poder insertarse en la sociedad. Siempre estoy invitándolos a que se acerquen a los oficios que se dictan en la Parroquia o les paso los links o material universitario donde pueden encontrar información.
¿Y los chicos qué le enseñan a Víctor?
Me dejan muchas enseñanzas, me hacen crecer constantemente junto a ellos. Hay realidades muy duras en algunos casos, por eso aprendo a la par. También me hacen sentir joven cuando comienzo a entender su vocabulario y lo pongo en práctica.
Por Carlos Llorens