Los Millennials son la primera generación que accede al mundo a través de las nuevas tecnologías desde su alfabetización. Para ellos, los dispositivos móviles no fueron un avance científico, sino una realidad, una presencia constante, y, como estudiantes, esto genera un nuevo paradigma.
Los jóvenes sub-30 son los primeros dueños de una oportunidad única en la historia: el acceso instantáneo a la información. Ellos pueden acceder al conocimiento sin necesidad de esperar a que un maestro o profesor se los conceda. En ese sentido, la palabra alumno – del latín: el prefijo «a» significa «sin» y «lumno» de la raíz «lumen – luminis», luz- debería modificarse, porque pueden alcanzar la iluminación o incluso llegar a las aulas con mayor luminiscencia que en décadas pasadas. La época en que las enciclopedias y las búsquedas eternas en una biblioteca eran el acceso principal están pasando a ser parte del pasado. En la actualidad, el mundo infinito del saber se encuentra a dos clicks de distancia.
Dentro de ese marco, las instituciones educativas comienzan a tener problemas a los que aún, salvo algunas pocas excepciones, no llegan a comprender en profundidad. Este nuevo idioma no solo comprende a las herramientas tecnológicas de la vida cotidiana, sino la manera de incorporarlas e implementarlas.
Según el último informe de la Organización Iberoamericana de la Juventud (OIJ), en América Latina hay más de 157 millones de Millennials, lo que comprende alrededor del 26% de la población total.
La educación, como el lenguaje y el conocimiento, es un organismo vivo, que muta acorde los cambios sociales, aunque su progreso esté moderado por estructuras rígidas. El nuevo milenio posee grandes desafíos y muchos de ellos surgen a partir del desarrollo de las nuevas tecnologías. El debate, en este caso, no gira en torno al acceso equitativo por parte de la mayoría de los educandos, como podría ser una década atrás. Planes como «Conectar Igualdad» en Argentina; «Plan Ceibal», Uruguay; «Puentes Educativos», Chile, y «Prouca», Brasil, cumplieron una función más social inclusiva, que educativa, ya que si no se realizó, como se hubiese debido, una actualización acorde de las conocimientos de los educadores.
Los hábitos de los Millennials o Generación Y ya inciden en los sistemas educativos del mundo y fuerzan la búsqueda hacia modelos innovadores e invitan a definir una «nueva escuela».
«El formato de escuela se ha mantenido intacto por siglos. Hoy resulta obsoleto para nuestra sociedad del conocimiento. La transmisión de información dejó de tener sentido desde el momento que todos podemos acceder a información infinita de modo inmediato, y la misma cambia constantemente a una enorme velocidad. Aún así la gran mayoría de las aulas continúan bajo esos formatos pedagógicos», explicó a Infobae Agustina Blanco, directora ejecutiva de Proyecto Educar 2050.
Para Miguel Zabalza Beraza, catedrático de didáctica y organización escolar de la Universidade de Santiago de Compostela, «hay un cambio de paradigma en la forma de ver la educación. Los profesores deben correrse del eje central y ver lo que sucede en las instituciones. Un colegio sin innovación se transforma en un ente burocrático, se necesita cierto nivel de caos».
«Ser un oyente pasivo choca con la propia realidad de los jóvenes que encuentran formas de acceder a información y conocimiento que se presenta en formatos cada vez más apasionantes», sumó Blanco.
Según los especialistas, son cada vez más los estudiantes del nivel superior que buscan modelos rupturistas de formación, cuestionando así los formatos tradicionales universitarios, debido a que al egresar no encuentran una correlación positiva entre el alto costo monetario o temporal de ese estudio y la efectividad para encontrar trabajos apropiados.
«Los jóvenes viven en un contexto diferente que hace 20 ó 30 años. Están inmersos en un mercado laboral mucho más cambiante y que van a cambiar 15 ó 20 veces de posición y que muchas de esos trabajos hoy aún no existen», contó a Infobae Gabriel Sánchez Zinny, director del Instituto Nacional de Educación Tecnológica y economista (INET).
Otros modelos pedagógicos emergentes
Algunos ya han demostrado un alto nivel de éxito, con miles de alumnos. Una de sus claves es que no se necesita una inversión educativa mayor y que pueden ser aplicables en las instituciones sin necesitar de realizar grandes cambios en su estructura.
Redes de tutorías: El modelo comenzó en México, donde ya la aplican más de 9 mil escuelas. Actualmente se aplica también en Tailandia y Singapur. Este enfoque educativo tiene como premisa esencial que un buen aprendizaje se da cuando coincide el interés de quien aprende con la capacidad de quien enseña. El profesor deja de ser «la fuente de conocimiento» para convertirse en un mediador. Además, todos los estudiantes pueden ser capaces de enseñar y aprender.
Learning One on One: También conocido como método Fontán, nació en Bogotá y hoy se aplica en otros países. El objetivo es ofrecer apoyo académico individualizado para los estudiantes y sus familias, mediante el análisis de los hábitos de aprendizaje de los alumnos y centrarse en sus puntos fuertes con el fin de fomentar la confianza.
Comunidades de aprendizaje: Su principal eje es la interacción y la participación de la comunidad en la escuela. Ya existen experiencias en España, Brasil, Perú, Colombia, México y Argentina (Ejemplo: CIPPEC).
Fuente: Infobae