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Un sábado de agosto, bien temprano, chateando con el Hno. Salesiano Máximo Herrera, misionero en Uganda, descubrí este testimonio de una mujer llamada Scovia. Ella es una joven refugiada en Uganda. Su país, su casa, su familia, quedó en Sudán.

El Hno. Máximo la encontró un día dibujando en una de las salas de la escuela y se sorprendió por la calidad y precisión de sus dibujos. Como buen salesiano, pensó en darle una oportunidad para desplegar sus cualidades artísticas, invitándola a pintar unas guardas decorativas en las paredes del nuevo Jardín de Infantes de la Obra. Singularmente, son pequeñas cabañas en las cuales se reúnen los más pequeños.

Scovia comenzó su trabajo con alguna indicación de Máximo. Y continuó, continúa y continuará desplegando sus habilidades.

Los invito a acompañar a Scovia en su tarea. Ella vive a miles de kilómetros de distancia, en África. Nosotros aquí.
Por eso la vida es historia. Es la persona. Es Scovia, Hno. Máximo, vos y yo.

No perdamos ni la memoria ni la sensibilidad. Algo está sucediendo dentro de nosotros.


Por: Hno. José Sobrero sdb