La experiencia de la cruz de Jesús nos presenta el dolor y la muerte como consecuencia de su práctica y su modo de vida que molestaba a varios. Nos invita a la reflexión y aunque está cargada de sentido, en general suele contemplarse desde el silencio, desde la “no Palabra”. Es el silenciamiento y el abajamiento más grande que puede hacer Dios, la misma muerte del Hijo de Dios, difícil de comprender y asumirlo amigablemente.
En el acontecimiento de la Cruz, Jesús pronunció siete frases que nos pueden acompañar en estos días de camino cuaresmal a hacer que nuestra vida valga la pena y tenga más sentido.
1. “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc. 23, 24)
Una vez condenado y clavado en la cruz, comienzan horas de agonía, cada vez más consciente del peso que tenía ese momento y de que su “hora” había llegado. Los que pusieron a Jesús en la cruz eran ignorantes de la verdadera importancia de sus acciones. Esos soldados no mostraron personalmente mala voluntad hacia Él, simplemente seguían órdenes. Así trataban normalmente a los condenados, suponiendo que “algo habrán hecho” y que por lo tanto se lo merecían…
Estas palabras de Jesús, no significan que todos fueron perdonados, unilateralmente, sin arrepentimiento y sin fe… Muestran que Jesús estaba dispuesto a perdonarlos, el perdón era, de hecho, una de las razones por las que estaba en la cruz.
Jesús pide perdón por los que lo llevaron como malhechor y ejecutarían su muerte quizás porque seguían órdenes de un sistema autoritario que se estaba viendo amenazado por este “rey de los judíos”. Desde las periferias del gran Imperio Romano este supuesto rey cuestionaba sus principios y sus métodos y proponía alternativas. Aun así el perdón, no les quita la responsabilidad a esos soldados sobre lo que estaban haciendo con su poder y obediencia a la autoridad.
El perdón es consecuencia de algunas decisiones en un largo proceso de restablecer relaciones con aquellos que nos han herido y nos encontramos distantes. Reconocer que uno de los beneficiados al perdonar somos nosotros mismos, es soltar el peso que tiene la oscuridad, la rigidez, y a veces la falsa expectativa de que a la otra parte le puede interesar volver a restablecer el vínculo. Muchos intentos y muchos fracasos. Perdonar es también, poner a la otra parte el peso de la decisión de querer reconciliarse, mientras lo que a mí me toca ya lo he puesto como posibilidad.
Para mirarte y mirarnos…
- ¿Cuántas veces te pasa que haces cosas que no te hacen bien o que pueden hacerle mal a otros, refugiándote en que “alguien” te lo pidió, o, porque te pide “algo” a cambio de algún beneficio?
- Nuestras acciones son decisiones de nuestra reflexión y libertad. ¿Te tomas tiempo en el día, en la semana, para pensar que cosas haces y te hacen bien o no?
- Perdonar, es un proceso… solo Dios perdona y se olvida. Cuando uno no dice a tiempo lo que molesta o nos hace mal, invertimos en una causa mucho más difícil de perdonar… Con caridad: ¿decís a los demás lo que te molesta o te hace mal?; y cuando lo decís, te quedas más tranquilo, ¿o esperas un nuevo ataque para continuar la lucha?
- Dar una nueva oportunidad a quien te pide perdón, quizás, te muestre frágil y permeable. Si es de corazón también la otra parte se está reconociendo frágil y puedes empezar algo nuevo. ¿Te cuesta perdonar y comenzar algo nuevo con alguien que te agredió o te hizo daño, aunque se acerca de corazón a pedirte perdón?
- Te gustaría fortalecer tu personalidad para decir “no” a aquello que no te hace bien. ¿Qué pasos te animas a dar?
Por: P. Javier Bonechi SDB