En Salta me esperaban mis viejos, mis hermanos, los amigos y las amigas, esas mismas personas que a la distancia fueron sostén en momentos de extrañar mucho, en la tristeza y también en la alegría compartida. Esas personas a quien no hay que darles demasiadas explicaciones, y que son capaces de comprender a uno con solo mirarlo a los ojos, son las que tanto se desea volver a ver.
No había sido un año fácil con esto de la pandemia, y (como ya dije en otras ocasiones) no había pasado hasta el momento tanto tiempo lejos de Salta y de la familia. Dicen que los salteños siempre anhelamos volver, y creo que algo de esa sensación me invadía en ese momento.