Un siglo después que Don Bosco se encontró con el joven Bartolomé Garelli, dando inicio al Oratorio en la Iglesia de San Francisco, el 08 de Diciembre de 1941 -Fiesta de la Inmaculada Concepción-, se inaugura el oratorio Festivo en la ciudad de Resistencia, que en ese entonces formaba parte del Territorio Nacional del Chaco. Tres salesianos habían llegado unos días antes, con el proyecto que les había encomendado el P. Inspector Guillermo Cabrini, de comenzar con un Oratorio Festivo y con Exploradores. Esos salesianos eran el P. Horacio Iovine (Primer Director), el P. Juan Rolando y el Hno. Coadjutor Francisco Marozzi. A quienes se suma el P. Juan Moisés Vizcarra en 1943. Así nació la Obra de Don Bosco de Resistencia, la cual con la bendición del Señor, y bajo el amparo de María Auxiliadora, se fue incrementando de tal manera que los propios fundadores nunca se hubieran podido imaginar. Al oratorio y al batallón le siguieron los Cooperadores, el Colegio con internado, la Parroquia, Adma, el Asociacionismo, y un basto movimiento de personas que en torno al Espíritu de Don Bosco, hicieron de la presencia salesiana en el Chaco, un semillero de buenos cristianos y honrados ciudadanos que sigue vigente hoy día y que cumplirá 75 años el 08 de Diciembre próximo.
Dice el Evangelio que cada árbol se reconoce por sus frutos. Sin dudas, los salesianos fundadores eran madera de un árbol excepcional. Todavía la gente los recuerda por su fe inquebrantable, su amor al trabajo incansable, su alegría, la familiaridad, su optimismo, su confianza plena en la Providencia.
Tuve el privilegio de ingresar como alumno del Colegio a los 8 años, por 1975. Ese año el P. Vizcarra fue mi catequista de 1º Comunión. Un hombre santo, que me enseñó a mi, como varias generaciones de chicos, a amar a Jesús Sacramentado, a María Auxiliadora y a Don Bosco. Cuando la obra cumplió 40 años, Vizcarra me eligió junto a otros compañeros para representar un teatrito en homenaje a ese cura que nos visitaba, de pelo blanco, bajito, ojos vivaces y que contaba chistes cada vez que nos dirigía la palabra con su voz ronca. Sí, así era el P. Horacio Ióvine. Hoy con el paso del tiempo me doy cuenta de su humildad y su grandeza. Como la de tantos salesianos que construyeron nuestra historia… El tiempo pasó y algunas cosas cambiaron. Un frío agosto del año 2008 el P. Inspector Joaquín López, me propuso ser el Director Laico de la presencia salesiana. Sudor me corrió por la espalda. Jamás me sentí digno ni capaz de ocupar el lugar de estos salesianos. Sólo dije sí, encomendándome a la Maestra de Don Bosco y apoyándome en la comunidad, formada por tantas personas, que aman el Carisma Salesiano, que quieren estar como Don Bosco, entre los jóvenes, en el oratorio, en el patio, en la catequesis, en las aulas, en los juegos, rezando juntos, dando lo mejor de sí, para llevar las almas a Dios. Personas que quieren que la presencia salesiana sea significativa, que trabajan, proyectan, piensan cómo haría Don Bosco en nuestro lugar, a dónde iría, qué palabras diría…
Doy gracias a Dios por estas personas. Son muchas. Hombres y mujeres de todas las edades. En cada una de ellas veo el rostro de Don Bosco vivo, como en el de tantos jóvenes que cantan y gritan «soy de los tuyos Don Bosco», por siempre…
Por Antonio Pedone