La experiencia de la cruz de Jesús nos presenta el dolor y la muerte como consecuencia de su práctica y su modo de vida que molestaba a varios. Nos invita a la reflexión y aunque está cargada de sentido, en general suele contemplarse desde el silencio, desde la “no Palabra”. Es el silenciamiento y el abajamiento más grande que puede hacer Dios, la misma muerte del Hijo de Dios, difícil de comprender y asumirlo amigablemente.
En el acontecimiento de la Cruz, Jesús pronunció siete frases que nos pueden acompañar en estos días de camino cuaresmal a hacer que nuestra vida valga la pena y tenga más sentido.
3. «Mujer, aquí tienes a tu hijo». «Aquí tienes a tu madre» (Jn 19, 26)
María de Nazaret, mujer sencilla y madre de lo cotidiano. Mujer, discípula, maestra, compañera de camino en la tarea de hacer realidad el proyecto de Jesús… pero especialmente madre que ama gratuitamente aún desde el dolor de la cruz.
Como expresión del amor gratuito de Dios, María permanece al lado del hijo del apóstol Juan. Asumiendo el dolor y la injusticia se antepone a esta hora difícil.Hoy nos sostiene también a nosotros en los momentos adversos que vivimos, seca nuestras lagrimas, comparte nuestras pérdidas, miedos, angustias, ansiedades y preocupaciones. Particularmente hoy, en este momento de la historia de nuestra humanidad está junto a los que mueren en la pesada Cruz del coronavirus, solos, aislados, lejos de los suyos, teniendo por como rostro familiar el de los médicos, enfermeras y personal de salud que hoy toman el lugar de Juan y de ella, la madre.
María también está y estará en las horas buenas que llegarán, como en las bodas de Caná. Ahí manifestará el interés por la vida y la alegría cotidiana, su preocupación y cuidado por los demás y nos lanzará a que hagamos lo mismo: sostener y cuidar a quien está a nuestro lado y nos necesita.
“Ahí tienes a tu hijo” le dice Jesús a su Mamá, pero también nos está diciendo: ahí tienes a tu hermano, a tu amigo, a tu enemigo, al que rechazas, al que también te rechaza. Al pie de la cruz de nuestro Maestro, de ese Dios a quien amamos con el corazón, en quien confiamos, ahí nos deja una vez más el testimonio de DAR vida, de entregarla, de recibir la vida de los demás como está, de abrirnos a la misericordia, incluso con aquel que pretende quitarnos la vida de tantas maneras.
Para mirarte y mirarnos…
- María es mujer y madre, del Hijo, de Juan, de nosotros… mediadora y auxiliadora. ¿Hacés consciente que María está todos los días para acercarnos más a Jesús? ¿Cómo la invocas? ¿Rosario, novenas…? ¿O la hacés presente en tu vida para que nos acompañe a ser más humanos?
- Cuando la invocas como Auxiliadora, ¿de qué creés que te tiene que auxiliar?
- ¿Pedís frecuentemente su intervención en el proceso de que -en la sociedad y sobre todo en la Iglesia- “la mujer” tenga un lugar más justo y así, valorar su rol en nuestras comunidades?
- Algo extraño está pasando entre nosotros… Proclamamos a María como madre de la ternura, la que consuela a los que la pasan mal, nos acompaña a que seamos más humanos. Pero ¿por qué entonces crecen los índices de violencia, la falta de respeto y maltrato a la mujer? ¿Por qué entonces crecen los femicidios? ¿Por qué se sigue usando en algunos sectores a la mujer como objeto descartable según mis ganas e impulsos? ¿Qué crees que vos podés hacer para que en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestra sociedad la mujer sea respetada y valorada?
Por: P. Javier Bonechi SDB