¿Qué pensamos cuando hablamos de inclusión en la escuela del siglo XXI? 

Han pasado ya muchos años desde el  momento de la fundación de la escuela como institución, y sin embargo, al transitar por las aulas de nuestro país nos encontramos con diferentes  prácticas que se remontan a aquella  época y que necesitan ser repensadas desde su objetivo presente : garantizar el derecho a la educación de todos los niños, niñas, adolescentes y jóvenes. 

Con el paso de los años, la construcción de nuevos paradigmas y la ampliación de  derechos,las escuelas abrieron sus puertas a  niños/as y jóvenes históricamente excluidos por el sistema, entre ellos los estudiantes con discapacidad. 

En nuestras escuelas salesianas la presencia de estudiantes con discapacidad es un hecho,  así como las búsquedas y esfuerzos por encontrar caminos para que cada uno de ellos encuentre un lugar de realización en todas sus capacidades. 

 Sin embargo, en una escuela representada históricamente para la homogeneización, la discapacidad disrumpe con cuestionamientos y desafíos que obligan a re pensar las prácticas cotidianas. Maestros y acompañantes se preguntan cómo enseñar en la diversidad y acompañar trayectorias que tienen un punto de partida tan diferentes, los libros “se queman”, se evidencian las propias representaciones sobre la discapacidad y también sobre las infancias y adolescencias. 

El término inclusión, como muchos términos que se usan en demasía, comienza a tener diferentes interpretaciones y hasta puede vaciarse de contenido. Cabe detenernos un momento para preguntarnos en profundidad: ¿Porqué hablamos de inclusión? ¿Será que es tiempo de reconocer que los chicos y chicas con discapacidad ya habitan nuestras aulas y patios? ¿Es posible pasar de la inclusión al reconocimiento? ¿Qué implicaría comenzar a revisar el modo en que concebimos los términos y cuánto condicionan nuestra práctica? En este desarrollo de nuevos Modelos, el Modelo de Comunicación y Reconocimiento Legítimo de la Discapacidad nos trae una nueva perspectiva: las Personas con discapacidad son parte constitutiva de la sociedad y se encuentran entre nosotros, no hablamos entonces de inclusión sino de reconocimiento legítimo. (Argento Nasser, Vega 2022) Desde esta premisa:  ¿Reconocemos en todos y cada uno de ellos las capacidades y potencialidades que poseen? ¿Nos animamos a pensar que cada uno alcanzará metas diferentes en tiempos diferentes, con apoyos diferentes? ¿Somos capaces de salir de un pensamiento único para animarnos a la complejidad que cada persona alberga? ¿Buscamos la comunión con otros actores que nos permitan construir nuevos criterios? 

Desde el carisma salesiano la espiritualidad oratoriana nos trae algunas claves, sobre todo de identidad de quienes habitamos las aulas junto a los niños y jóvenes: la flexibilidad, la cercanía, la búsqueda incansable de que cada uno sea quien es y pueda encontrar un camino de desarrollo para su vida. Las escuelas, herederas de la experiencia fundacional, pueden encontrar en la dinámica del oratorio diferentes caminos para acompañar a los chicos y chicas que parecen no tener lugar un sistema que se conformó como excluyente. 

El desafío es comenzar trabajando sobre nuestras propias representaciones, para buscar,  desde la riqueza de la  pedagogía preventiva, anticipar espacios, tiempos y métodos que promuevan el reconocimiento de todos y cada uno de los estudiantes. Como hace más de un siglo, Don Bosco nos sigue animando con el espíritu de los primeros oratorios, a buscar los espacios y modos para que ninguno de los jóvenes  quedé sin un lugar en que desarrollar todos sus dones. 

Lic. Vanina Castelli.

Sector Centros Educativos 

ARN

Referencias: 

Nasser, A. A., & Vega, J. P. (2022). Un nuevo abordaje para la discapacidad: el modelo de comunicación y reconocimiento legítimo. Astrolabio. Nueva Época, (28), 51-60