Al principio había vergüenza o desconfianza, me preguntaban: “¿Profe de qué sos vos?”, y a mí me salía responder: “De la materia que tengas tarea nomás”. Y así, poco a poco, fuimos avanzando, fuimos conociéndonos, aprendiendo juntos (porque muchas veces tenía que volver a estudiar cosas que ya no recordaba). Entre chistes, momentitos de distención, de escucha y acompañamiento fueron creándose lazos de amistad.
Esas miradas cabizbajas que había al principio, esas respuestas cortitas a alguna pregunta personal ya no existen, ahora las miradas son de alegría, los saludos son cálidos y las respuestas a cualquier pregunta tienen que ir acompañadas de un “bueno, vamos a seguir charlando después, ahora hagamos la tarea”.
Trackbacks/Pingbacks