Este 16 de marzo la Iglesia en Argentina y el mundo entero se une a la Congregación de las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, en la celebración por el 178° aniversario de nacimiento de San José Gabriel del Rosario Brochero.
Campesino cordobés, hijo de Ignacio Brochero y Petrona Dávila, número cuatro en diez hermanos, fue un sacerdote útil a su gente, que entregó su vida a quienes más lo necesitaron. A lomo de mula y enfrentando las peores inclemencias climáticas, evangelizó y educó a sus feligreses. Construyó escuelas, iglesias y caminos para acercar todos; promovió así el desarrollo económico del Departamento San Alberto de la Ciudad de Córdoba. Acompañó y asistió enfermos sin miramientos, a tal punto que contrajo lepra, enfermedad que lo llevó a morir sordo y ciego, el 26 de enero de 1914.
Pero el trabajo de Brochero trae consigo una verdadera revolución: él elige a la primera congregación femenina del país, las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús, para ser protagonistas y herederas de su obra. Y la fundadora, Beata Madre Catalina de María Rodríguez, confiando plenamente en el cura, envía 16 hermanas de un total de 30 a Villa del Tránsito (hoy, Villa Cura Brochero) para atender la Casa de Ejercicios y el Colegio de Niñas establecido por el Santo.
Hoy, las Hermanas Esclavas (HHEE) trabajan en el mismo lugar y han expandido su misión por toda la Argentina e incluso hacia otros países.
En la Ciudad de Villa Dolores, perteneciente al Valle de Traslasierra, Diócesis de Cruz del Eje, Córdoba, Argentina, una mujer de 54 años pone sus manos a la obra en favor de la juventud en riesgo y narra, casi como testigo directo, las hazañas de Brochero y Catalina.
La Hermana Silvia Somaré consagró su vida a Dios hace 31 años, tras finalizar sus estudios en Administración de Empresas. Como Hermana Esclava, cursó la Licenciatura en Ciencias Religiosas y Orientación Familiar y escribió gran cantidad de libros en un corto período de tiempo, a la par de acompañar las diferentes casas que le tocaron: Villa Cura Brochero, Santiago de Chile, Dean Funes, Córdoba Capital y Villa Dolores.
Dos escritos de la Hermana Silvia están dedicados al Santo Cura, cuya obra es profundamente admirada por la religiosa, “y no solo en su tarea sacerdotal”, aclara, “sino también a nivel social y cultural”.
Fueron más allá de los gigantes
En el primer libro “quería demostrar las cosas en común que tenían Catalina y Brochero: los ejercicios espirituales como alimento a su propio corazón, la pasión por el Corazón de Jesús (por quien hacían las cosas) y la pasión por la humanidad, que los llevó a salirse de las cosas habituales y los paradigmas de la época”
La mujer según San Brochero
“A mí me llamaba la atención este hombre tan fuerte, tan fiel, tan valeroso… entonces quise ver más el hombre frágil, vulnerable, que habría luchado muchas veces con sus propias pasiones, y a las mujeres que lo acompañaron, que habían formado parte de su vida”.
Lo más interesante para la Hermana Silvia fue la mamá de San Gabriel Brochero, Petrona Dávila, una mujer analfabeta que, aun en su carencia en cuanto a conocimientos, dice a su hijo cuando éste entra al Seminario que “desde su sacerdocio sirva a la patria, porque Dios le iba a pedir cuentas de eso”. Es decir, tenía conciencia de lo que significaba la Patria y el servicio a ella.
En el listado de mujeres que lo acompañaron, siguen sus amigas, entre las cuales la Hermana Silvia menciona a Catalina de María, destacando la confianza mutua que surge entre ambos santos, y las mismas Hermanas Esclavas que se hacen cargo de las obras del sacerdote.
Por último, aunque es la primera en importancia, destaca a “la Purísima”, que es como San Brochero llamaba a la Virgen, en una profunda devoción inculcada por su madre. Así es, de la misma manera en que Mamá Margarita es fundamental en la confianza y amor que Don Bosco siente por María, Doña Petrona transmite a su hijo este mismo afecto por Aquella que “lo hizo todo”.
Brochero según Silvia
«Mi mirada sobre Brochero es lo que dice el Papa Francisco sobre la mujer: él buscó a la mujer desde el servicio y no desde la servidumbre. Se animó a trabajar con la mujer y por la mujer.
Si aún ahora hay algunos sectores de la Iglesia y de la sociedad que son un poco perezosos o lentos para esta tarea, Brochero fue de avanzada en aquella época.
Podría haber buscado a los jesuitas, a los claretianos o a los dominicos, y sin embargo buscó a una congregación femenina y para construir un colegio de niñas.»