Convocados por el lema “Vida Religiosa, peregrina de Esperanza por el camino de la paz” y en un clima de mucha fraternidad, con alegría de encontrarnos provenientes de distintos puntos del país y de diversas realidades, la vida religiosa de Argentina se hizo presente en Pilar, Buenos Aires desde el 13 al 16 de mayo de 2024. Comenzamos nuestra Asamblea con la apertura y bienvenida de la hermana Inés Grezlevy, presidente de CONFAR.
La junta directiva nacional desde la animación y el servicio a la Vida Religiosa de Argentina nos compartió un ameno y exhaustivo informe, cargado de vida que nos permite vislumbrar un amanecer en medio de tanta noche que atravesamos.
Desde el logo del jubileo que cada día fuimos contemplando en sus símbolos e iluminando con textos de la Palabra, en la oración comunitaria de la mañana, como en las Eucaristías de la tarde nos permitieron peregrinar en esperanza.
El espacio de asuntos económicos con simplicidad y hondura nos ayudó a mirar la dimensión económica sin miedos y como expresión evangélica del cuidado: para asumir con responsabilidad e integrar este aspecto de la vida.
Con el acompañamiento del EIR abordamos dos momentos fundamentales de la Asamblea, la recepción del plan trienal con las consideraciones de su gestación, su mística y el desafío de ser nuestra hoja de ruta para este trienio. También abordamos el aporte al Sínodo de la sinodalidad desde la vida religiosa. Lo fuimos discerniendo recorriendo las pautas de la conversación espiritual que el camino sinodal nos propone. Deseamos que la sinodalidad, que nos renueva devolviéndonos al origen de las primeras comunidades, no sea sólo una palabra sino una vivencia cotidiana y profética que nos permite ensayar nuevos modos de estar en el pueblo y junto al pueblo, porque somos Pueblo de Dios. Como vida religiosa nos experimentamos centinelas de las llamadas del espíritu y nos preguntamos cómo ser una vida religiosa sinodal en misión hoy desde las siguientes provocaciones:
– Misión y conversión pastoral.
– Obediencia y modelos relacionales.
– La formación en clave de sinodales.
– Ejercicio de la autoridad.
– Renovación de la de las estructuras de la vida religiosa.
No faltó la alegría del fogón compartido entre todos, espacio que nos animó a descubrir nuevos valores artísticos, a cantar, a bailar y a divertirnos en un espacio de comunión.
La cosecha final de estos días nos lanza a involucrarnos y ser partícipes en este momento de la historia y a contagiar este nuevo modo de Ser como Vida Religiosa.
Hno. José Sobrero sdb.