Por: Gastón Ibáñez
El papa Francisco habla de la parroquia como “comunidad de comunidades”, una invitación y desafío a recibir a todos sin distinción, bajo el sentir de una Iglesia de puertas abiertas. Durante los días 30 de agosto y 1 de septiembre, las parroquias de nuestra Inspectoría se encontraron en Cabana, Córdoba, para compartir la vida y los sueños de sus comunidades.
Mercedes Baxos, que conforma el equipo de Comunicación Social de ARS y trabaja en el instituto de formación pastoral “Cardenal Pironio”, acompañó la reflexión de las comunidades el primer día. La cuestión: la sinodalidad, para muchos un término escuchado, para otros completamente desconocido.
Sinodalidad se trata de caminar juntos, es una nueva forma de pensar la pastoral donde todos puedan ser implicados y renovados en un nuevo horizonte de como trabajar y caminar; pero sobretodo recalca la importancia de ir juntos: jóvenes y adultos, niños y ancianos, jóvenes y jóvenes. Para ir comprendiendo esa sinodalidad se propuso el ejercicio de escuchar, pero una escucha sin interrupciones, abriendo el corazón a lo que brota del otro.
Fueron dos días de escucharse: entre miembros de la misma parroquia, entre distintas comunidades, a los jóvenes que participaron. Y los ámbitos de escucha eran diversos: desde el plenario en el salón, los desayunos, unos mates en el parque, hasta en la cima del “Mogote”, un cerro cercano.
Y es que para caminar juntos es necesario escuchar a todos y empezar a transformar.
Un momento particular fue la mañana del domingo donde cada comunidad pudo compartir una “buena práctica”, es decir, aquello que están realizando hoy que permita acercar a la comunidad parroquial, en especial a los jóvenes, hacia Cristo y el Evangelio. Permitió reconocer el trabajo de las diversas comunidades, esperanzarse e incluso realizar una autocrítica. Caminar juntos se trata también de corregirse y felicitarse.
Hacia el final quedó resonando una invitación: ¿qué caminos sinodales de diálogo podemos proponer a nuestra comunidad parroquial? Sin duda hay mucho que hacer, y este encuentro revitaliza y permite, valga la redundancia, encontrarse con uno mismo, con los demás y con el Buen Pastor que guía bondadoso.