Arranca marzo, arranca el año… ¿y la Cuaresma…?
Arranca marzo y arranca el año. Transcurrido febrero, que suele ser un mes “tranquilo”, arranca marzo y parecería que debemos poner todo en funcionamiento y todo de golpe: el nicio de las clases, los grupos, los nuevos cursos, reuniones para ponernos de acuerdo y planificar, etc. etc. Pero con esta vorágine corremos el riesgo, o bien tenemos la oportunidad, de vivirlo desde la Cuaresma (creo que algo similar nos pasa hacia final de año con el tiempo de Adviento que puede quedar “absorbido” detrás del estrés y ansiedad de cierre de año). Tenemos entonces la oportunidad de vivir estas 5 semanas y unos días hacia la Semana Santa y luego a la mañana de Pascua. Por eso, vale recordarnos que la Cuaresma es “un caminar” como lo recuerda el Papa Francisco, por quien hacemos voto para su pronta recuperación, en su Mensaje para la Cuaresma de este año.
Como decía, marzo nos invita a “correr” cuando en cambio la Cuaresma nos invita a caminar. El Santo Padre en su Mensaje nos deja unas pregunta: “¿estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad?”
Algunos piensan que la Cuaresma es tristeza y por tanto que es un caminar triste. Hace unos días leía una poema: “Andemos jubilosos los caminos que al ser humano purifican del pecado/sintamos en la prueba la alegría/de dar nueva verdad a nuestras vidas”. ¡Qué gozo y paz cuando podemos poner nombre y liberarnos de ciertos vínculos, situaciones, cosas que nos han traído tanto problema, que lastiman nuestra dignidad, y la de nuestros hermanos y hermanas, que nos apartan del sueño que tiene el Padre nuestro! Es la nvitación a la esperanza que el Santo Padre nos hace: “¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados? o ¿me comporto como si pudiera salvarme solo? […] ¿vivo concretamente la esperanza?”
Así mismo se nos propone caminar “juntos”. Papa Francisco nos muestra lo que ello significa: “Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia.”
En la Homilía del Santo Padre de la Misa de Miércoles de Ceniza , leída por el Cardenal Angelo De Donatis decía también que “la Cuaresma es también una invitación a reavivar en nosotros la esperanza”, tema central de este Jubileo 2025. Allí se nos invita a hacer camino desde el ayuno, limosna y oración. Recojamos estas palabras de la homilía, que esperemos nos ayuden en este camino:
“Hermanos y hermanas, con la ceniza en la cabeza caminemos hacia la esperanza de la Pascua.Convirtámonos a Dios, volvamos a Él de todo corazón (cf. Jl 2,12), volvamos a ponerlo en el centro de nuestra vida, para que el recuerdo de lo que somos —frágiles y mortales como cenizas esparcidas por el viento— sea iluminado finalmente por la esperanza del Resucitado. Y orientemos nuestra vida hacia Él, convirtiéndonos en signo de esperanza para el mundo: aprendamos de la limosna a salir de nosotros mismos para compartir las necesidades de los demás y alimentar la esperanza por un mundo más justo; aprendamos de la oración a descubrirnos necesitados de Dios o, como decía Jacques Maritain “mendigos del cielo”, para nutrir la esperanza de que, en nuestras fragilidades y al final de nuestra peregrinación terrena, nos espera un Padre con los brazos abiertos; aprendamos del ayuno que no vivimos solamente para satisfacer nuestras necesidades, sino que tenemos hambre de amor y de verdad, y sólo el amor de Dios y entre nosotros puede saciarnos de verdad y darnos la esperanza de un futuro mejor.”
Como en varias veces nos ha dicho el Papa “no nos dejemos robar” esta Cuaresma 2025, conquistémosla. Conquistemos este tiempo que nos propone Dios en medio de la vida cotidiana y también haciéndonos un espacio concreto en nuestras agendas. Es un “ahora” de salvación que el Señor nos regala y que intentamos responder confiados y entregados a Él. Caminemos juntos en la esperanza de la mano de nuestra Madre María.
Hno. Juan Pablo Tobanelli sdb