El 10 de setiembre, 3 jóvenes salesianos celebraron su profesión perpetua como salesianos de Don Bosco. Compartimos aquí sus testimonios a partir del lema que cada uno eligió para este momento tan trascendental de su camino vocacional.

•    ALEXIS GARRO
“Lo vio y se compadeció” (Lc 10, 33)

Agradezco a Dios por confirmar su presencia en mi vida y reconocerlo como “Buen Samaritano”… por haberse detenido ante un “Alexis moribundo” y curarme desde lo profundo, con misericordia. Mi experiencia de reconocerme “al lado del camino” junto con la de “compadecerse y vendar mis heridas”, hoy son vitales en mi vocación de salesiano: mi familia, mis amigos, mi camino en la Congregación y, siendo el corazón de todo, los JÓVENES… han sido mis “buen samaritano” que me develan/ron el amor de Dios! Desde esa experiencia profunda de fe y amor es que quiero responder al llamado de Jesús. Siendo “mediación de amor samaritano” a los jóvenes que más lo necesitan, quiero ser salesiano de Don Bosco, Pastor-Samaritano-Cristo para quienes Él me envíe…

•    LEONEL CÁNEPA

«Permanezcan en mí… permanezcan en mi amor» (Jn. 15)

En mi experiencia vocacional, fui reconociendo que vivir la consagración es el gozo de la experiencia dinámica de permanecer unido a Cristo, y en ese permanecer encontrar el sentido pleno de la existencia. El consagrado, de forma particularísima, da testimonio en él de que la existencia halla su plenitud de sentido (nuestro ser más verdadero) en Dios, hasta poder afirmar que «yo soy porque Él es»… «yo soy en Él».

El permanecer habla de estabilidad, de fidelidad. Nuestra permanencia se sostiene en la permanencia del Hijo; o dicho de otra manera, nuestra fidelidad es respuesta a la fidelidad de Cristo a la Voluntad del Padre y a nosotros, sus amigos (cfr. Jn 15,15). El consagrado procura vivir la «permanencia en el Hijo», permanencia llamada a ser reafirmada en todo momento, y por eso en nosotros es una permanencia dinámica que todos los días nos exige renovación.

Mi consagración no es más que respuesta al amor de Dios, manifestado en Cristo, que me llama a permanecer unido a él en el amor. ¡Él me amó primero y su amor es vida! Por eso digo: ¡Aquí estoy!

•    NESTOR BELSUN
«Estén Siempre Alegres» (Flp 4,4)

¡ALEGRÍA! Ese gozo vital-profundo que inundó mi corazón desde aquel momento en que me miraste y pronunciaste mi nombre junto a una invitación: ¡sígueme!. Nunca nadie me había mirado así… Creo que intuía de lo que se trataba: ¡Amor! Del verdadero. Y desde ese momento quedé herido…si, herido de Amor. Mi corazón, desde entonces, no se conforma e, inquieto, se lanza en busca de aquello que me descubrió Tu mirada. Todo se resume en ese encuentro; encuentro que me cambió la vida, encuentro que sigue teniendo lugar y se renueva a cada instante en mi corazón que no desea otra cosa que siempre encontrarse con vos. La alegría… ¡es signo y fruto de ese encuentro!.
Fueron los jóvenes quienes me acercaron a vos y por eso tengo la certeza de que estando cerca de ellos, estoy cerca tuyo. Cual zarza ardiente, el corazón de los jóvenes me habla de Vos, de nuestra Alianza. Ante ellos me descalzo, saboreando el misterio. Sencillamente: busco llevarte a los pibes, y acercar los pibes a Vos. Pues no tengo otra cosa más para compartir que la alegría de Tu encuentro que me salvó, regalándome un sentido…invitándome al Amor. ¡Esta es la Alegría que llena mi corazón, la que me hace feliz! No puedo callarla. Por eso te invito que te lances a la aventura, a la de los sueños de Dios para vos. Eso sí, tené cuidado. Si Él te mira, y te dejás mirar… no hay vuelta atrás, ya nada será igual en tu vida. Te sumarás al grupo de aquellos que, heridos de Amor, viven en la alegría de caminar junto a Él y compartirlo. De eso se trata. La VIDA brota allí donde nos reconocemos mirados por el AMOR, disfrutamos de su abrazo, y dejamos que siga amando en nuestra mirada…