Hoy todos tenemos un algoritmo que nos sigue, nos estudia y, sin que lo notemos, nos educa. Cada vez que scrolleamos, damos “me gusta” o frenamos en un video, el algoritmo registra nuestro comportamiento. Aprende de nuestras reacciones y nos devuelve más de lo mismo. No lo hace para ayudarnos, sino que tiene una intencionalidad.

El algoritmo está diseñado para maximizar el tiempo de conexión y, en ese proceso, prioriza lo que genera impacto inmediato: lo polémico, lo exagerado, lo aspiracional, lo que activa emociones fuertes. Y detrás de esa selección hay una lógica comercial: cuanto más tiempo pasamos frente a la pantalla, más oportunidades tiene la plataforma de vendernos productos y mostrarnos publicidad. 

El impacto en nuestra mente

El algoritmo actúa como “lentes invisibles” que modelan nuestra percepción de la realidad. Esto genera algunos efectos que no son saludables:

  • Polarización: los algoritmos priorizan contenido que genera reacciones fuertes (likes, enojo, polémica). Eso empuja a consumir visiones extremas y reduce la apertura a la diversidad de opiniones.
  • Efecto “bucle”: cuanto más interactuamos con cierto tipo de contenido más de lo mismo aparece. Esto refuerza obsesiones y limita la exposición a miradas distintas.
  • Sesgo de realidad: al mostrar solo lo que coincide con nuestros intereses o emociones más visibles, el algoritmo distorsiona nuestra percepción del mundo, haciéndonos creer que “todo el mundo piensa así” o que “esa es la norma”.
  • Normalización de lo aspiracional: lo que más circula es lo que “vende” (cuerpos perfectos, estilos de vida costosos, éxito constante). Esto refuerza la comparación social y la sensación de insuficiencia.
  • Dependencia del estímulo inmediato: al ofrecernos siempre lo que “funciona” para engancharnos, el algoritmo nos acostumbra a la gratificación instantánea, erosionando la paciencia y la tolerancia a la espera.

Todo esto tiene consecuencias profundas: ansiedad, frustración, comparación permanente, pérdida de atención, sensación de vacío y a veces puede alejarnos del llamado que Dios tiene para cada uno en la vida. 

El contenido nos moldea

Lo que consumimos nos construye. Al igual con la alimentación: si siempre elegimos lo rápido, lo ultraprocesado, lo que da satisfacción instantánea, el cuerpo lo siente. Con la mente pasa lo mismo. No se trata solo de “perder tiempo” en redes, sino de que ese tiempo va formando nuestros pensamientos, nuestras emociones y aspiraciones.Por eso, cuidar la salud mental también implica cuidar el algoritmo: entrenarlo, moldearlo, elegir conscientemente lo que dejamos entrar.

Entrenar el algoritmo

La buena noticia es que también podemos moldear al algoritmo. Igual que entrenamos la mente o el cuerpo, podemos entrenar lo que el algoritmo nos muestra:

  • Interacción inteligente: usá tus “me gusta”, tus “guardados” para decirle al algoritmo que querés ver. Trata de que sean cosas que te hagan bien. Evitá interactuar con aquello que no querés ver.
  • Limpieza digital: revisá cada tanto a quién seguís. Eliminar lo que ya no te interesa da al algoritmo un mensaje sobre tus intereses actuales.
  • Menos “Para ti”, más “Siguiendo”: la pestaña “Para ti” (o equivalente en cada red) está diseñada para engancharte con lo que el algoritmo decide. La pestaña “Siguiendo” muestra lo que elegiste ver. Darle más lugar a esta última es recuperar un poco de control sobre tu atención.
  • Explorar a propósito: el buscador también es una herramienta para entrenar. Si buscás temas que te interesan (arte, espiritualidad, deporte, cultura), el algoritmo entiende que eso también forma parte de tu mundo. 

No se trata de ser “anti redes”

No se trata de demonizar. Las redes pueden ser espacios de creatividad, de aprendizaje, de comunidad. El problema no es usarlas, sino usarlas sin conciencia. El riesgo es regalarle al algoritmo nuestro tiempo, nuestra atención y consumir como sujetos pasivos contenidos de baja calidad.

Podemos elegir qué mensajes entran a nuestra vida y cuáles no. La pregunta que queda es ¿educas tu algoritmo o dejás que el te eduque a vos?