Con mucha alegría y emoción, la comunidad de la casa salesiana La Trinidad, en el norte de la provincia de Buenos Aires, celebró los 100 años de presencia salesiana. Hoy, un siglo después, la herencia sigue viva y se festejó a lo grande con un triduo de celebraciones que reunió a alumnos, exalumnos, docentes, autoridades y familias enteras.
La historia de la obra se remonta a comienzos del siglo XX, cuando Doña María Unzué de Alvear promovió la construcción de una escuela y una capilla para los niños colonos. En 1925, la obra fue confiada a los Salesianos de Don Bosco bajo la dirección del padre Jorge Turcuni.
Cien años, tres días inolvidables.
El jueves 24 de abril comenzó la celebración con una misa presidida por el padre Juan Pinto Gros. Toda la comunidad educativa participó vestida especialmente para la ocasión. Luego se realizaron fotos grupales y por curso, coordinadas por el padre Lucas Vilte. No faltaron el corte de la torta, una merienda compartida y los tradicionales juegos por equipos, donde los alumnos se divirtieron ganando «pesos Bosco», que después canjearon por premios gestionados por el hermano César Arribillaga, representante legal de la obra.
Por la tarde, tras el almuerzo, el entusiasmo siguió con un torneo de fútbol y juegos de paleta, cerrando así el primer día de festejos.
El viernes 25 de abril, después del desayuno, tuvo lugar el acto protocolar en el salón de alumnos. Participaron autoridades escolares de la zona, abanderados, inspectores y una delegación del Ministerio de Educación de la provincia. Entre los invitados destacados estuvo el padre Oreste Barra, exalumno y figura muy querida que dedicó 21 años de su vida a la escuela en distintos roles. El acto estuvo cargado de emociones, sobre todo por la presencia de muchos exalumnos que regresaron para rendir homenaje. Luego se compartió un almuerzo festivo entre todos los presentes.
Finalmente, el sábado 26 de abril comenzó con una emotiva misa celebrada por el padre Oreste Barra. En su homilía, invitó a agradecer a Dios por tanta vida entregada y a confiar el futuro en sus manos. También se recordó a los salesianos, vivos y fallecidos, que dejaron su huella en la educación y evangelización de los jóvenes. La ceremonia cerró entre lágrimas y cantos a María Auxiliadora.
Más de 500 personas se reunieron para un gran almuerzo, en el que nuevamente se cortó una torta especial por el centenario. El encuentro fue un emotivo reencuentro para exalumnos de todas las edades, quienes celebraron junto a sus familias. Durante la tarde, la fiesta siguió con un espectáculo al aire libre que incluyó la participación de artistas como Nicolás Membriani, mientras la comunidad compartía mates, música y recuerdos, sin que el frío lograra opacar el espíritu de celebración.
Un legado que continúa
Los festejos del centenario dejaron un mensaje claro: la obra salesiana en La Trinidad ha sembrado en el corazón de generaciones de jóvenes —hoy adultos y abuelos— el amor por el estudio, la fe y los valores humanos. El desafío continúa: formar buenos cristianos y honrados ciudadanos, como soñaba Don Bosco.
Escrito con la colaboración de la Casa Salesiana de La Trinidad.