Un día su abuelo Hugo le hizo un truco que lo marcaría para siempre. Él, sólo un niño, quería entender y seguir maravillándose con ese arte que dejaba boquiabierto a chicos y grandes. Y así fue. A los 13 años Lucas Vilte comenzó una larga historia de amor con eso que llamaban “Magia” para nunca más dejarla…
Hoy 21 años después ese niño se convirtió en el P. Lucas, y no por arte de magia. En el camino este joven inquieto se dejó cautivar por el abrazo de Don Bosco, abrazo que también utilizaba los mismos trucos para cautivar y convocar a los jóvenes que más necesitaban de sus dones. Abrazo que hoy se convirtió en un puente de esperanza, amistad y confianza.
En1eraPersona el P. Lucas Vilte, un mago que invita a maravillarse con Don Bosco.
¿ P. Lucas la magia le ha ayudado cómo salesiano?
La magia me ha acompañado la mitad de mi vida. Y ciertamente me ha ayudado en mi vocación como salesiano. No sólo por la identificación con Don Bosco Saltimbanqui, sino también porque ha sido un elemento importante en el discernimiento vocacional. En lo concreto me ayudó a acercar distancias, invitar a un diálogo, robar una sonrisa en medio de la tristeza y sobre todo, ser de nuevo como niños. Y creo que es necesario ser como niños para entrar en el Reino de la alegría eterna.
Woody Allen alguna vez dijo “El mago hizo un gesto y desapareció el hambre, hizo otro gesto y desapareció la injusticia, hizo otro gesto y se acabó la guerra. El político hizo un gesto y desapareció la magia”. ¿Si el político no estuviera, qué haría aparecer y desaparecer en la realidad que hoy viven los jóvenes?
Haría desaparecer el maltrato que sufren niños y niñas. Haría aparecer el perdón, buscaría el modo de dar y recibir confianza.
¿Y qué cosas sacaría de la galera para ayudar a un joven que ha perdido su rumbo?
En primer lugar lo miraría. En la magia decimos que las manos son más rápidas que la vista. Y no es cierto. Logramos ver todo pero no percibimos todo. Miraría con cariño a ese joven, le abriría las puertas del corazón a través de mi mirada, así tenga en quien confiar su dolor, el sinsentido en el que ha caído. Y le devolvería la sonrisa que da la esperanza. La espera confiada en el Señor de todo consuelo: Jesús.
¿Padre, por qué a los hombres les gustará tanto las ilusiones?
Eso es verdad. A todos nos gustan las ilusiones. Es el alimento del alma. Y aún más nosotros hijos de Don Bosco, un gran soñador. Una ilusión, un sueño te hace caminar. Te anima a crecer, a esperar el árbol que hay en la semilla, te hace creer. Pienso que dentro de nosotros está ese anhelo de volver posible lo imposible. Fe le decimos en criollo.
La magia requiere entrenamiento y disciplina para que no descubran sus trucos. ¿Cuáles serían los trucos para que los jóvenes si descubran su propia magia?
El primer truco para mi es que los chicos descubran todo el potencial que Dios les regaló. Es increíble lo que ellos pueden lograr. Pero muchas veces ellos no crecen con una sana autoestima. Un secreto de la magia que voy a revelar ahora es el siguiente: Don Bosco decía no basta amar, sino que los jóvenes se den cuenta que se los ama. A partir de ahí en muchas ocasiones utilizo dos frases que me han traído excelentes resultados. «Qué bien hiciste esto» y «estoy orgulloso de vos». Cuando alguien escucha eso, crece en el corazón de vuelta la confianza en sí mismo y va sanando la autoestima muchas veces herida.
Dicen que Dios reparte las cartas y nosotros las tenemos que jugar con las que nos toque. ¿Se puede hacer magia si constantemente me tocan los 4 de copa, basto y espada?
Claro que sí. La magia es independiente de lo que tengas para hacerlo. Hay un tipo de magia que no utiliza prácticamente objetos: se llama mentalismo. La magia de Dios te puede hacer cambiar los cuatros por el macho, la hembra y el 7 de espada. Vos pensá, en un segundo Dios actualizó, puso en el tapete, en la palestra, la vida sencilla y humilde de un hombre santo: nuestro Papa Francisco cuando fue nombrado tal.
¿Cuáles son los condimentos para ser un buen mago? ¿Y un buen Pastor?
Ganas de mezclarse entre la gente para reavivar la esperanza con un truco, una sonrisa. Animarse cada día a tomar las propias riendas de la vida, esto es disciplina, prestando atención a las emociones y al corazón. Dejarse llevar por el Espíritu para saber qué es mejor aquí y ahora. Y para ser buen Pastor… las mismas.
El P. Mamerto Menapace siempre le pide a Dios la capacidad de maravillarse. ¿Con qué se maravilla usted en su actividad diaria?
Con lo que hace Dios en los chicos. Verlos crecer, contemplar los gozos y las alegrías profundas de sus vidas, así como también el misterio de sus dolores y sufrimientos. El paso de Dios en la vida de la gente, de nuestros chicos, es la maravilla más grande que jamás he visto en toda mi vida.
Por Carlos Llorens