Desde el 24 de junio las y los estudiantes del Colegio Don Bosco de Ludueña presentan en el Espacio Cultural Universitario de la Universidad Nacional de Rosario la muestra artística “Somos Ludueña también”. 

Ludueña, barrio emblemático de Rosario, suele ser noticia por hechos delictivos y violentos. Sin embargo, con esta iniciativa los jóvenes del lugar luchan por superar la estigmatización y sueñan con visibilizar una realidad distinta e inclusiva.

La exposición, tanto artística como literaria, responde a preguntas sobre la identidad de los jóvenes, el barrio que los acoge, sus sueños y sus deseos para la comunidad. Estos relatos expresan que, a pesar de los conflictos y adversidades, Ludueña también sueña.

Fernanda Otero, directora de la escuela, explicó los objetivos del proyecto: «Queremos fortalecer la subjetividad y autoestima de nuestros estudiantes. Muchos sienten vergüenza o creen que lo que hacen no vale la pena. Queremos demostrarles lo contrario, mostrarles que lo que producen es valioso».

En este contexto, la educación y el trabajo de los docentes son fundamentales. Las condiciones socioeconómicas desfavorables y la marginalidad marcan el día a día de los jóvenes. Sin embargo, la educación y el arte les permiten proyectar un futuro diferente y soñar con un Ludueña más justo e inclusivo.

Otero subrayó la necesidad de romper con la imagen estigmatizante que los medios presentan sobre el barrio. «La violencia es solo una parte de la realidad. Nuestros estudiantes hacen un gran esfuerzo por ir a la escuela y estudiar, y las familias apoyan el proyecto educativo. Hay mucha gente en Ludueña que no está vinculada al delito, elige salir adelante todos los días y pelearla», afirmó.

Los valores salesianos son una parte fundamental del trabajo educativo-pastoral del colegio Don Bosco en Ludueña. La escuela busca crear un ambiente familiar que haga a los jóvenes sentirse queridos y valiosos. «Este ambiente de confianza y amabilidad les permite descubrir su potencial en un contexto adverso», expresó Otero.

Esta forma de relacionarse con los jóvenes es el legado que Don Bosco nos dejó, que revolucionó la educación en su tiempo y sigue siendo una referencia. Otero concluyó: «Nos basamos en la prevención, ofreciendo opciones y actividades que alejen a los jóvenes de la calle y sus vicios, de la violencia que hay en el barrio, la pereza y del ocio que no es buen consejero».