Por la Espiritualidad Juvenil Salesiana (EJS) conocimos la “espiritualidad de lo cotidiano” que consiste, nada más y nada menos, que en “hacer bien lo que tenemos que hacer”. Una canción lo define perfectamente:
“El juego y el estudio, el canto y la oración. Lo de todos los días vivido con amor. Allí, Dios nos espera, nos quiere acompañar para que de esas cosas hagamos santidad”.
Entonces, la fórmula de la santidad se simplifica: hacer lo que hay que hacer, con amor y dejándonos acompañar por Dios. Fácil, ¿no?
Bueno, podemos comenzar pensando que a veces nos faltan ganas para levantarnos de la cama, que nos cansamos de las reuniones virtuales, que no queremos caminar o que ya basta de hacer todos los días lo mismo. Todas frases que pueden pasar por nuestra cabeza cada día, cada dos días o semana de por medio. Y más de una vez nos habremos preguntado ¿por qué hago lo que hago? ¿qué sentido tiene? ¿qué quiero lograr con esto?
Y si la respuesta -nuestra propia respuesta- no nos convence, nos desanimamos rápidamente.
0 Comentarios