No miento cuando digo que desde chiquita ya me imaginaba un futuro libre de violencias, desigualdades e injusticias, un mundo donde todo ser vivo recibiera el respeto que nos merecemos. Y me veía, totalmente, siendo parte activa de ese cambio.
Conocí la salesianidad a los 10 años, cuando entré al “bata” y ahí fui involucrándome en la práctica de la entrega desinteresada. El significado de “servicio” atraviesa todas las etapas del ser explorador pero realmente lo vivís completa e íntegramente una vez siendo animadora.
Mi vocación siempre estuvo dirigida al servicio hasta sin saber qué significaba, cuando pensaba en qué estudiar mis opciones iban desde Veterinaria hasta Psicopedagogía, porque de la forma que fuera yo iba a dedicarme a estar para alguien más. El día que fui a inscribirme (a otra carrera) seguro Don Bosco iba caminando al lado mío, ya que cuando entré a la facu vi la carrera que siempre había estado buscando: Pedagogía Social, y lo primero que pensé fue “¡Sí! voy a ser educadora salesiana toda mi vida”.
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